Catrachos, jueguen futbol, no rugby
Los números son contundentes, al Tri le cuesta mucho sacar buenos resultados de Honduras. Pero seamos claros, ni se han reducido tanto las distancias (pese a la última y espantosa eliminatoria del Tri con el Chepo) ni tampoco México puede decir que es una potencia mundial y pasa estas etapas caminando.
Pero, la diferencia que apreciamos en tantos años, se ha producido más por el justificado y entendible miedo de los futbolistas aztecas, quienes obviamente bajan mucho el rendimiento cuando se meten a esos campos a brincar patadas y recibir constantes provocaciones (dentro y fuera del campo), más preocupados por su futuro en las mejores ligas del orbe, que por esos 90 minutos.
Qué cansado resulta escuchar esos comentarios de expertos en futbol en televisión, que aseguran que al Tri le falta espíritu y bastantes kilos de huevos para meterse de visita a países como Honduras, El Salvador, Jamaica o Trinidad y Tobago.
Honestamente, ¿quién de ustedes arriesgaría?, ¿recuerdan lo que le pasó a Cuauhtémoc Blanco por pelear un balón ante Ancil Elcok? En nuestra querida Concacaf, hay muchos jugadores que confunden con facilidad un simple juego con una guerra, en la que hay que dejar la vida y hacerle ver al “invasor” que no saldrá limpio de su tierra.
Y no estoy haciendo menos a nadie, conjuntos como Jamaica, Honduras, Trinidad y Tobago, Panamá y sobre todo Costa Rica, han crecido enormidades en el área y lo han demostrado en varios eventos internacionales; eso es aparte y también suma. Pero el nivel que hemos visto de jugadores mexicanos en las últimas Copas Mundiales y Copas América (antes de que a Justino Compean le interesara un pepino el evento), con todo respeto no se lo he visto a otra selección del área, ni a la de Estados Unidos. Y saben, los que me conocen, que no me pongo la camiseta para escribir; no la compro hace mucho, pues no me corresponde hacerla de aficionado.
Escribo esto porque molesta la gente que se engalla porque en tal o cual estadio son padres del enemigo en turno, pero sin darse cuenta de la forma en que lo consiguen, asustando hasta a los árbitros, quienes se vuelven cómplices de permitir una cacería campal contra quienes se atreven a pelear por un triunfo en sus campos. Y eso incluye a estadounidenses o ticos, que tienen más futbol y que deben limitarse a ser valientes, saltar hachazos e intentar lograr algo a balón parado, como aquella última victoria tricolor en Honduras (mayo del 93), cuando Luis Flores, Ambriz y Garcías Aspe aprovecharon esa fórmula con geniales cobros de larga distancia; Luis García haría el único en jugada.
Ahora, si se quieren seguir engañando, no es mi asunto, en México también tenemos mucho por mejorar y debemos enfocarnos en ello. No suelo hablar más de lo que pasa en otras fronteras, que de los asuntos propios.