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MUNDIAL SUB 17 |

México vence a Alemania, gana su grupo y clasifica a octavos

Con goles de Venegas y López, el Tri Sub 17 derrotó 1-2 a los teutones y alcanzó los octavos de final del Mundial. Enfrentará a un tercer lugar de grupo.

Venegas firmó el segundo gol de México ante Alemania en el cierre de la fase de grupos del Mundial Sub 17.
MEXSPORT/PHOTOSPORT/Marcelo HernMEXSPORT

La lluvia torrencial, invocada por Tláloc, muy lejos de su jurisdicción, acompañó una nueva clasificación de una nueva camada tricolor. La Sub 17 es el prototipo de lo que el fútbol mexicano no es, la encarnación de sus fantasías y sus quimeras: desparpajo, señorío, majestad. La cuadrilla de Mario Arteaga, fiel al legado de sus gloriosas antecesoras, tampoco entiende de potencias, ni chapotea en la masoquista melancolía, tan mexicana, de palpar la gloria y sentirla desvanecer entre los dedos. El placer de autocompasión. La autodestrucción. Otra muestra, otra obra maestra del desarrollo del fútbol juvenil en el país, ocurrió en Talca donde la Selección apeó a Alemania, y se catapultó a los octavos de final de la Copa del Mundo: cuarto campeonato consecutivo en el que México supera el corte de la fase de grupos. Nada es casualidad. 

Reseñar el primer tiempo es una monserga pero, al mismo tiempo, una obligatoriedad periodística. Ni el fútbol desplegado, ni las palabras que usaré para describirlo, por más estridentes que sean, abonarán al espectáculo (qué deshonor al imborrable recuerdo de la tarde de Torreón hace cuatro años). O quizá sí lo fue, para el gozoso de las partidas entre Fischer y Kasparov y los afectos a la corrección de estilo de textos de Heidegger. El partido fue correoso y turbio. Mención honorífica para los productores televisivos, quienes debieron escudriñar entre la maraña de minas, humo y alambres de púas, para no dejar a la deriva el resumen del medio tiempo. Una barrida kamikaze de López, antes de que Eggestein apretara el gatillo, y un pase a las sombras de Magaña fueron la postal de una primera mitad insípida.

De vuelta al campo, López siguió el mandato de Arteaga y arrasó con las piezas del tablero. Ya no está Julio Gómez, para fortuna de los alemanes, pero sí Kevin Lara: incombustible, racional, sin complejos. Basta de ajedrez, venga el fútbol. México fue una ventolera. Cabezazo de Aguirre y disparo alto de López, todo en menos de un minuto. La tercera llegó segundo después: Pablo López avanzó como una locomotora, Magaña le abrió paso, y López golpeó el cuero con un bate de béisbol. La pelota entró, burlona, en el marco de Frommann. Pobre Gül, tanto esmero en esquivar el disparo le fue infructuoso. El saltito ayudó a López.

El partido transitó hacia un duelo de fuerzas aéreas. Romero, aficionado a las excursiones, contó con suerte tras sus salidas en falso. En el otro polo, Venegas aprovechó que los pies de Frommann quedaron clavados en el césped y maquillado de pólvora en la frente empujó el segundo tanto mexicano. Eggestein, tres minutos después, añadió estética a una jugada impregnada de sangre y bilis: caricia ante la acometida de Romero. 1-2. El marcador no volvió a moverse pese al esmero teutón, un homenaje a su fútbol de antaño, aunque sin la pegada que tanto le caracterizó.

México encendió los motores. Enfrentará en los octavos de final, espacio donde le da la épica, a un tercer lugar; probablemente Chile, quizá Siria, a lo mejor Inglaterra. No importa. Que esta Selección, ya lo sabemos, no entiende de nombres.