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LIGA MX

La muralla puma termina con el hechizo de Almeyda

El gol de penal de Eduardo Herrera marcó una nueva victoria de los Pumas, que dormirán como líderes del torneo. Las Chivas fallaron muchas ocasiones.

Actualizado a
Herrera logró su séptimo gol del Apetura 2015.
Mexsport

Los Pumas sobrevivieron al asedio del Rebaño. Su recompensa: el liderato, de nueva cuenta, del Apertura 2015. Nombres propios forjaron la victoria universitaria: Herrera, Palacios y algún ritual en sus porterías. Sumaron otro partido como local sin encajar gol. El caso ya merece un capítulo en "Actividad Paranormal". Las Chivas de Almeyda cayeron del estado de gracia, pero mostraron gallardía y fútbol. Y quizá, al final, eso baste. 

Matías Almeyda, sanador del Guadalajara. De equipo en depresión a fiera ágil. Hasta ahora, los poderes curativos de Almeyda no aceptaban suspicacia en contra. El despliegue de su revitalizado Rebaño en el primer tiempo resultó asombroso.Todo lo que no es Chivas desde tiempos inmemoriales y todo lo que quiso ser Vergara tras su exótica aventura holandesa: prolijo, intenso, eléctrico. Marco Fabián, con un cabezazo picado contra el césped, se encargó de sacudir los árboles. El poste de Palacios tembló de miedo. El Rebaño continuó ensañándose: Brizuela apuntó a la Facultad de Medicina poco antes de la primera ocasión auriazul: disparo destornillado de Fidel Martínez. 

Siguió el concierto tapatío, Castro y Salcido con percusiones; Fabián, Ramírez y Brizuela, las guitarras rítmicas, y Bravo encargado de la melodía de la trompeta. Son incontenible, vivaracho. Brizuela, en plena recuperación por amnesia, probó suerte pero su sólo lírico fue impedido por Palacios. Fabián también intentó, pero su disparo raso fue repelido por un Palacios cada vez más estoico. Como presto para el fusilamiento, sus piernas echadas para adelante y el pecho inflado. Una duda, la primera, se cernía sobre la alquimia de Almeyda: quizá la magia no tiene jurisdicción bajo el sol ardiente de Ciudad Universitaria. Los peores augurios del Guadalajara se materializaron sobre el minuto 41, cuando Salcido empujó a Britos y Ramos Palazuelos decretó el tiro penal. Herrera, sin ofusco, engañó a Rodríguez y adelantó a los felinos. Acto seguido, Bravo se encimó sobre el cuero, cargó el cartucho, y jaló el gatillo; Palacios, mano firme, palma de hierro, detuvo la salva. 

Segundo capítulo. El recital tapatío, mariachi enternecedor, mutó en una reproducción, en bucle, de "El Día Que Me Quieras". El gol en falta. Oda a la gloria lejana. Los Pumas aprovecharon la melancolía. Fidel Martínez envió un centro maquillado de tiro, o lo que fuera, y la pelota golpeó la horquilla. Palacios, escudo antibalas, siguió soportando el asedio. Carlos Fierro envió un obús que se perdió a centímetros de su palo izquierdo mientras que, en el otro frente, Ludueña tiró casi echado de bruces; su golpeo fue bloqueado.

"Reloj, detén tu camino", la melodía que entonaban las Chivas ya. Acosado por las manecillas, el Rebaño se abalanzó hacia el arco de Palacios. Todo o nada. Alanís, disfrazado de Messi, eliminó a dos rivales y su bala, antes de picar contra el pasto, se estrelló en el poste izquierdo de Palacios. Hay días en los que el esfuerzo, sea de cualquier intensidad, será infructuoso. La magia de Almeyda no tuvo efecto ante el pacto celestial auriazul: travesaño y postes embarrados con sangre de cordero o Palacios ungido con agua de manantial y persignado con rezos vudús. A saber.  

Tras el último ataque, el Puma se palpó las heridas, advirtió sangre pero cayó en cuenta que estaba con vida. No sólo eso, sino que había despertado, tras el fiero combate, en la cima de la montaña. La vida desde la cúspide es un gozo, y más si la has salvado con las uñas.