Chivas, del 7-1 no se olvidan nunca más...
El 19 de octubre de 2002, Pumas le propinó al Guadalajara la segunda peor goleada de su historia. Mariano Trujillo fue la figura con tres goles.Atlas – Pumas en vivo: Copa MX, jornada 4
A su arribo a la ciudad de México, un día antes del partido Daniel Guzmán, técnico de Chivas, expresó: “Si Pumas es el Real Madrid de México, Chivas es el Manchester United”.
Una exageración que contestaba a una desafortunada declaración de Hugo Sánchez, que en la semana previa comparó a Universidad con los Merengues.
Eran los años de sequía para Pumas, que sumaba 11 años sin títulos y en los que ni siquiera habían disputado una Final. En el Guadalajara terminaba la era de Salvador Martínez Garza, el artífice de las "Superchivas" de mediados de los 90, como presidente.
Aquel sábado 19 de octubre de 2002, Jorge Vergara estaba a 12 días de convertirse en el socio mayoritario de Chivas y un joven defensa de nombre Francisco Javier Rodríguez, a quien apenas algunos llamaban “Maza”, jugaba su segundo partido en Primera División en vísperas de su cumpleaños 21.
A los Pumas de Hugo aún les faltaba poco más de año y medio para ganar su cuarto título de liga, precisamente frente al Guadalajara. Faltaban algunos meses para los innovadores desplegados de Vergara. El “Me pareció ver un lindo gatito” y el “Gatito, ni madres”, ni siquiera estaban en la mente del empresario y de Aílton da Silva, que por entonces era jugador del Bari de Italia.
Mariano Trujillo, que esa tarde batió tres veces la meta de Oswaldo Sánchez, abrió el marcador a los 7’. Volvió a convertir a los 21’ y 63’. Omar Bravo, que aún no imaginaba que se convertiría en el máximo anotador en la historia de Chivas, igualó el marcador a los 11’. Pero el uruguayo Álvaro “Bola” González, Jaime Lozano, un autogol de Johnny García y Luis Ignacio “Gonzo” González, que jugaba con los rojiblancos apenas un año atrás, redondearon lo que ha sido la segunda peor goleada para Chivas en la época profesional del futbol mexicano.
La rivalidad entre Pumas y Chivas se encendió esa tarde. La Final del Clausura 2004, ganada por Universidad, y aquel 5-1 del Rebaño en CU, en el Apertura del mismo año, le dieron a este partido, la etiqueta definitiva de Clásico.