El campeón sale del sótano y la Franja se estanca

Vive el campeón. Con respiración asistida, pero vive. Santos se impuso a domicilio al Puebla 0-1 y selló su segunda derrota del torneo, primera con Pako Ayestarán al mando. No fueron Djaniny, ni Rentería, ni Orozco, sino Mario De Luna, defensor camotero, el encargo de encaminar la victoria de los laguneros. La ayuda suele encontrarse en quien menos se le espera. 

Diluvió sobre el Estadio Olímpico de la BUAP. La lluvia atolondró a los jugadores. El primer tiempo, el partido, jugado en un patatal, fue un ladrillo. Espeso, insípido. El más enjundioso fue Diego González; el mediocampista lagunero probó en dos ocasiones los reflejos de Campestrini, el arquero camotero respondió con sobriedad en ambas ocasiones, al 20' y al 35'. Poco más que reseñar. 

El segundo tiempo fue otro cantar, aunque tampoco fue digno de caravanas. El Puebla siguió enmarañado y Santos liberó a Djaniny y Rabello. Una cablagata del caboverdiano generó el tanto del maltrecho campeón, hasta entonces último lugar de la tabla general: desborde por la derecha, centro envenenado y De Luna empujó el balón, con la eficiencia de Jared Borgetti. Notable despliegue ofensivo. Arco equivocado. Djaniny tomó el crédito por la anotación.

Alustiza intentó levantar cabeza, pero su chuchería se esfumó lejos de la portería de Marchesín, más empapado que enlodado. Fue el único pulso que sostuvo el Puebla, que se encomendó a la misericordia lagunera como único argumento futbolístico. Orrantia y Orozco marraron dos "mano a mano" con Campestrini, el segundo con una atajada que firmaría Gordon Banks, abajo a quemarropa. Poco más ocurrió. Santos se limpió el polvo del sótano y La Franja de Marini ya no es tan sorpresa. Vive el campeón, pero la 'campeonitis', quizá, aún no está curada.