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LIGA MX

Los Pumas y su fiesta completa: gol 3,000 y superliderato

Exhibición en el primer tiempo de los auriazules que vencieron a un Veracruz que apenas opuso resistencia. Herrera logró el gol 3,000 en Primera División de los felinos.

Actualizado a
Eduardo Herrera fue la figura en la victoria de los Pumas ante Veracruz.
Mexsport

Rugido en la cima. Los Pumas asaltaron la cúspide del Apertura 2015 al someter 3-0 a los Tiburones Rojos de Veracruz gracias a un doblete de Eduardo Herrera y un bochazo extra de Matías Britos, futbolista endulzado y poseído por las musas canónicas. Qué distinta es la vida cuando todo sale bien. 

El mal agüero parecía haberse apropiado del quehacer universitario en la víspera del torneo. Las llamas del averno calentando su piel, su feligresía desprovista de pasión, su estadio lúgubre. Pasado lejano. Muy lejano. Los Pumas son unos depredadores: rugido retumbante, las garras afiladas y la agilidad intacta; capaz de surcar los océanos y pescar al bestial tiburón blanco. Los escualos quedaron calcinados por el mediodía capitalino; un pescado que se revolcaba, casi ahogado, sobre el césped.

Los Universitarios, muy cándidos, iniciaron pronto la pesca, armados con ganchos, anzuelos y lanzas. Al minuto 13, Fidel Martínez controló la pelota en el vértice del área, fintó, y punteó para que Eduardo Herrera se batiera a duelo con Cervantes. Revolcado, muy circense, no muy estético pero sí efectivo. La historia reseñará el gol con más gloria que su descripción objetiva: tanto 3,000 en la historia de la Universidad en Primera División. La maniobra de Herrera detonó el festín. Reinoso hizo ingresar a Noya por Meneses para detener la sangría. El cambio ocasionó el avance de las líneas jarochas pero no su solidez defensiva; al 31', Matías Britos retacó su botín de pólvora y su cañonazo, desde la frontal del área, hizo explotar el ángulo superior derecho de Melitón. La inspiración. Y siguió el jolgorio. Melitón arrolló a Sosa, muy torpemente, y el juez decretó el penalti. Herrera, expiándose malos augurios, facturó. 3-0 al medio tiempo.

Con el penalti de Herrera, la fiesta mutó en desayuno apesadumbrado. Fútbol espeso, minutos largos, poca historia. Algún ademán de Fidel Martínez y acometidas infructuosas de Julio César y Juan Albín, fantasmales. Un disparo de Sosa, con destino al palomar, después de una triangulación al primer toque, espabiló a los espectadores. Antes del epílogo, Saldívar, para limpiarse el óxido, atajó un cabezazo de Leobardo López. La estirada de Saldívar firmó la quinta victoria consecutiva en el torneo para los Pumas; felinos predadores, indomables; superlíderes.