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MEXICANOS POR EL MUNDO

Feyenoord, el primer gigante neerlandés

‘El club del Río Mosa’ fue el primero de los Países Bajos en ganar una Copa de Europa. Suma 36 títulos, cuatro internacionales, a lo largo de una rica historia por la que pasaron Johan Cruyff y Ruud Gullit.

Ciudad de MéxicoActualizado a
Feyenoord, el primer gigante neerlandés

Antes del Ajax estuvo el Feyenoord. Antes de que Europa volteara a Ámsterdam en busca de inspiración y pie de obra, en ‘La Bañera de Rotterdam’, en el tumultuoso ‘puerto de Europa’, se jugaba también al fútbol de la vanguardia. Las vitrinas de De Kuip ya rebosaban cuando Cruyff, Michels y su cuadrilla asaltaban Europa (y el mundo) montados en tractores. Sin el Feyenoord no habría ‘Naranja Mecánica’. El fútbol cambió para siempre; muy probablemente sería algo peor.

El Feyenoord nació como Wilhelmina en el pub De Vereeniging, en el puerto de Rotterdam, esa ciudad bronca e incendiaria. Pero algo sucede en los puertos que el fútbol se siente bien en ellos: germina entre su fuego y su actitud volcánica. “Feyenoord es un estilo de vida, Feyenoord es amor, Feyenoord es la sangre que corre por nuestras venas y el sentimiento ferviente”, escribió el periodista Ignacio Ostertag. Todo empezó el 19 de julio de 1908. Cuatro años después, el equipo fue rebautizado como Feijenoord, en honor al céntrico barrio al sur del puente Erasmusburg, donde se encontraba el De Vereeniging. Primero, camisetas rojas con mangas azules y shorts en blanco; después, blusón rojiblanco y pantaloncillos negros, su insignia de por vida. Cuando la Segunda Guerra Mundial se instaló en los Países Bajos, el Feijenoord ya poseía cinco campeonatos de liga y dos Copas, pero la ocupación nazi puso un fin momentáneo a sus aspiraciones. El club debió abandonar De Kuip, habilitado como instalación militar, y refugiarse en Kromme Zandweg, su anterior estadio, y en el Het Kasteel, hogar del rival al otro lado de la acera: el Sparta Rotterdam.

La construcción de la profesional Eredivisie zanjó la crisis institucional del club del Mosa en la posguerra. El Feijenoord sanó hasta obtener una nueva corona en 1961 mientras su cruenta rivalidad con el Ajax subía de decibeles. Un doblete liga-copa llegó a las vitrinas de De Kuip en 1965 y 1969, año en el que la directiva despidió al entrenador Ben Peeters para sustituirlo con el austriaco Ernst Happel. Ya para ese entonces, el equipo del puerto poseía una estructura sólida sobre el terreno de juego: Rinus Isräel en el centro de la defensa; Wim Jansen, un cacique incrustado en el corazón del campo; Willem van Hanegem, un interior a medio camino entre el diez-creativo y el box-to-box; y el goleador sueco Ove Kindvall en el eje de ataque. Happel, un visionario, entendió lo que tenía entre manos; adaptó los mecanismos clave del Ajax de Michels (posiciones intercambiables, presión alta) y añadió los propios (4-3-3, disciplina defensiva). Todo estaba preparado para atacar el trono.

Fotografía de la final de la Copa de Europa 1970 entre Feyenoord y Celtic Glasgow
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UEFA

A la conquista de Europa

En la Copa de Europa de 1970, el Feijenoord se encontró con el Milan de Gianni Rivera en octavos de final. El delantero ítalo-brasileño Angelo Benedicto Sormani escribió sobre esa serie en La Reppublica, en 2019: “Fue un infierno. No entendimos nada. Veíamos a su lateral jugar como centro-delantero; al lateral derecho, como zaguero; y los mediocampistas cambiaban de posición constantemente. No teníamos referencias. Para seguir al defensor central, me tocó estar más veces en mi área que en la de ellos y recuerdo haber pensado ‘estoy perdido en este partido’”. Happel dominó a Nereo Rocco en el duelo de pizarras cuando intercambió las funciones de Jansen y Van Hangem. Los neerlandeses superaron la ronda (2-1 global), gracias a una victoria 2-0 en De Kuip. Ya nadie detuvo a ‘La Legión’.

Vorwärts Berlin y Legia de Varsovia sucumbieron ante el torbellino rojiblanco. La final, en San Siro, enfrentó al Feijenoord con el Celtic Glasgow, campeón de Europa en 1967. Tommy Gemmel abrió el marcador a favor de los escoceses al 30′, pero Israël neutralizó el tanto solo tres minutos después. La paridad se mantuvo hasta la recta final del segundo tiempo extra, cuando Kindvall hizo malabares con la pelota tras la flagrante mano de Billy McNeill, capitán del Celtic. El árbitro Concetto Lo Bello dejó seguir la jugada: Kindvall aprovechó la caída de McNeill y batió a Evan Williams con el borde interno del pie derecho. Los Países Bajos por fin habían ganado una Copa de Europa.

El título les abrió la puerta de la Copa Intercontinental. El rival, el mítico Estudiantes de la Plata de Osvaldo Zubeldía, a quienes los neerlandeses derrotaron con global de 3-2; la anotación de la diferencia fue obra de Joop van Daele, zaguero espigado y miope que solía jugar con gafas de pasta, con más pinta de científico que de futbolista. De hecho, durante la celebración del tanto, los anteojos del retaguardia se rompieron (acción atribuida a los futbolistas del ‘Pincharrata’), por lo que jugó prácticamente ciego durante varios minutos. A día de hoy, la sala de trofeos de De Kuip exhibe aquellos lentes rotos, que son una suerte de reliquia roterdamesa, junto al trofeo intercontinental.

Declives y renacimientos

El reconocimiento internacional motivó un nuevo cambio de nombre: de Feijenoord a Feyenoord, para evitar confusiones lingüísticas. El club ya era conocido en todo el mundo y necesitaba un apelativo más internacional. Happel, un top 10 de todos los tiempos, tomó sus maletas y se fue al Sevilla (y una década después guió al Hamburgo a su única Copa de Europa); aún así, los rojiblancos mantuvieron la marcha triunfal. En 1974 alzaron la Copa de la UEFA, en paralelo a la Eredivisie, al someter al Tottenham Hotspur (4-2 global, con una nueva victoria decisiva en el infranqueable De Kuip): Israël, Jansen y van Daele permanecían en el equipo, ahora bajo las órdenes de Wiel Coerver. Fue el último destello de la época dorada. El Feyenoord solo añadió la Copa de 1980 a De Kuip en diez años. La llegada de Johan Cruyff causó ámpulas en el sector más radical de De Kuip, que repulsa cualquier cosa mínimamente ligada al Ajax de Ámsterdam. Pese a ello, los del Río Mosa recuperaron la hegemonía de los Países Bajos con un nuevo doblete en 1984 en pleno epílogo de Cruyff, quien exprimió sus últimas rebabas en ‘tierra enemiga’. Al legendario ‘14′ lo flanqueaba un tal Ruud Gullit.

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Los 90 trajeron a De Kuip cuatro Copas, dos Eredivisie y multitud de problemas; los principales, hooliganismo y economía. En 1997, cientos de ultras del Ajax y el Feyenoord se citaron en la carretera A9, cerca de Beverwijk; la campal finalizó con la muerte de Carlo Picornie, hooligan del Ajax, a causa de tres puñaladas en los pulmones. El cerco policial se extendió a las oficinas administrativas en Rotterdam: la fiscalía investigó al club por presunto fraude desde 1998 y hasta 2000, sin demasiadas consecuencias. La Copa de la UEFA de 2002 alivió a la institución: Feyenoord derrotó en ‘La Bañera’, por azares del destino, al Borussia Dortmund (3-2): Robin van Persie, Pierre van Hooijdonk y Jon Dahl Tomasson abanderaban a aquella versión de ‘La Legión’, la última que paseó triunfal por Europa. Fue, también, la última ocasión en la que un equipo neerlandés alzó un trofeo continental. Desde entonces el sol no sale demasiado en Rotterdam: la violencia de sus ultras ha redefinido la reputación del Feyenoord en los años recientes, a falta de títulos. El más reciente: la Supercopa de 2018, posterior a la Eredivisie de 2017, la única en más de dos décadas.

Su encarnizada enemistad con el Ajax es el impulso vital del fútbol neerlandés. Una confrontación casi bélica entre dos ciudades diametralmente opuestas: la elegante, artística y burguesa Ámsterdam; la industrial, metalúrgica y obrera Rotterdam. El Feyenoord representa la rudeza del ‘puerto de Europa’, un centro neurálgico bajo la continua sospecha de la Interpol. Equipo popular, ligado a la clase trabajadora, al bullicio proletario del puerto: lleno de personalidad y de historia. Una ‘bañera’ encendida, infernal, en la que hay tanto humo y fuego como fútbol. Y más trofeos europeos que en las repisas de París Saint-Germain y Manchester City, juntos. Un equipo grande por los cuatro costados.