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100 Historias mundialistas

Italia vistió de negro por única vez en el Mundial de 1938

La selección campeona de Francia 1938 vivió uno de los episodios más sombríos en la historia de una Copa del Mundo debido al régimen de Benito Mussolini.

México
La selección campeona de Francia 1938 vivió uno de los episodios más sombríos en la historia de una Copa del Mundo debido al régimen de Benito Mussolini.

Negro. Negro es el color que la historia guardo en los libros al recordar el mundial de Francia 38. Negro de las únicas grabaciones y fotografías logradas en la época. Negro de la hostilidad que nublaba el panorama global a finales de los 40. Negro premonitorio de un futuro que estaría lleno de destrucción y vidas perdidas. Negro del fascismo de Mussolini que alcanzó a manchar el balón de la manera más desoladora de todas.

La Copa del Mundo de 1938 se inauguró bajo un escenario repleto de obscuridad. La elección de la sede se había llevado a cabo casi de manera autoritaria por autoridades europeas, por lo que Argentina (máxima aspirante a organizarla) y Uruguay decidieron no participar. Sólo tres selecciones fuera del viejo continente (Brasil, Cuba e Indonesia) hicieron el viaje a Francia para participar en “la fiesta del fútbol”.

No obstante, el telón de fondo era aún mucho más opaco. Austria había sido ocupada ya por la Alemania de Hitler, el norte de China se encontraba invadido por Japón, la guerra civil española estaba en su culmen, y Etiopía había cedido al control italiano. La segunda guerra mundial, el más sangriento enfrentamiento entre países que el planeta ha tenido que presenciar, estaba a punto de comenzar.

El Mundial comenzó el 4 de junio con el juego entre Suiza y Alemania. Desde el primer momento, los franceses hicieron sentir su descontento con los combinados de Italia y Alemania por el momento sociopolítico de Europa al momento. El juego llevado a cabo en el Parque de los Príncipes culminó con una contundente victoria suiza sobre los poco queridos germanos.

Francia ganó su primer encuentro contra Bélgica fácilmente, para instalarse en los cuartos de final de la copa en contra de Italia. Fue entonces que, el 12 de junio de 1938, el fútbol vivió uno de los episodios más sombríos de su historia. Los anfitriones recibieron al seleccionado italiano en el estadio de Colombes bajo la intensa coyuntura política existente entre ambos países.

Italia, que desde hace más de una década había adoptado el azul de la familia Saboya como color de su uniforme, saltó al terreno de juego con playera, short, y medias en color negro. ‘Il Duce’, Benito Mussolini, había ordenado de manera directa al cuadro comandado por Giuseppe Meazza vestir ese color (que ya había sido usado en los Juegos Olímpicos de 1936) como homenaje a los ‘camicie nere’, la fuerza militar que estuvo al servicio del orden fascista.

La selección de Italia, con Vittorio Pozzo en el centro levantando la Copa del Mundo, celebra el Mundial ganado en 1938. Nadie sabía que no habría más Mundiales hasta 1950.
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La selección de Italia, con Vittorio Pozzo en el centro levantando la Copa del Mundo, celebra el Mundial ganado en 1938. Nadie sabía que no habría más Mundiales hasta 1950.STAFFAFP/Getty Images

Aunado a ello, los italianos entonaron su himno ejecutando el saludo romano instituido por el régimen de Mussolini, generando que los locales reprobaran la acción a través de gritos y abucheos. El encuentro fue dominado casi por completo por los uniformados en negro, terminando con un favorable resultado de 3 a 1 que los llevó a las semifinales.

Italia se clasificó eventualmente a la final, y levantó el trofeo Jules Rimet venciendo a la Hungría, no sin antes recibir un telegrama de Mussolini con una única frase: “vencer o morir”. De esta forma, el combinado dirigido por Vittorio Pozzo levantó su segundo título mundial consecutivo, a cuestas del imperante deseo de victoria de ‘Il Duce’.

Desde que cayó el fascismo, Italia jamás volvió a jugar de negro, y un Mundial, jamás volvió a teñirse de un color que ensombreciera el terreno de juego, de la forma en que sucedió en Francia durante el verano de 1938.