El Día-D en Doha
Llegó la hora. México se juega medio Mundial en el Stadium 974 frente a la Polonia de Lewandowski. Cuatro años se reducen a un partido.
El partido más importante del fútbol mexicano desde los octavos de final de Rusia 2018. 1,604 días han pasado desde aquel 2 de julio en Samara, cuando Juan Carlos Osorio cerró un nuevo bucle maldito. Cuatro años y a empezar de nuevo. Una y otra vez.
Ocurre que las perspectivas de hoy no mejoran las de hace cuatro años. Acaso, las empeoran. A la Selección Mexicana de Martino la envuelve un velo de sospecha. Pesimismo es la palabra que mejor define las vísperas pre-mundialistas del Tricolor. Los resultados y, sobre todo, el funcionamiento del último año y medio no obra a favor del argentino quien, sin embargo, parece contar con el apoyo unánime de una plantilla a la que ha disciplinado a golpe de puño de hierro. En el camino, el desgaste le ha pasado factura, tanto a su credibilidad como a su paciencia. Pero tiene un punto. El más importante de todos: la única forma de revertir la opinión en contra es el juego. Una victoria olvidará todo. Así pasa. Así ha pasado.
Martino sí que tiene el sistema y las ideas claras. Salida por banda, Edson como puente, dos interiores para crear múltiples asociaciones por los costados, con laterales y extremos, un nueve ‘asociativo’, preponderancia de los extremos, presión alta. La teoría está repasada. En los intérpretes parece haber dudas. Edson Álvarez o Héctor Herrera para sacar la pelota desde el pivote. Rogelio Funes Mori y Henry Martin para coronar el engranaje. No contamos a Raúl Jiménez, claro, cuya telenovela aún no da visos de terminar. Ochoa, quien aparecerá en su tercer Mundial en campo, quinto en nómina, quiso apurar el capítulo final: “Raúl está bien, con ánimos y deseos de aportar en la cancha”. Y luego declamó contra la desinformación de cinco segundos fuera de contexto que mostraban, supuestamente, a un delantero con problemas para levantar las piernas. Hasta no ver. También será el quinto Mundial de Guardado, por lo que, en caso de victoria, habría fiesta por partida quíntuple.
En los cuarteles de Polonia soplan vientos de revancha. En Rusia 2018, ‘Las Águilas Blancas’ solo ganaron un partido y se fueron a casa antes de tiempo. Szczesny, un admirador de Guillermo Ochoa, ya avisó: “Esas experiencias negativas nos ayudan a prepararnos para el siguiente Mundial”. Será el ‘último baile’ del arquero de la Juventus y podría serlo de Robert Lewandowski, quien todavía no ha anotado en Copas del Mundo. Uno de los delanteros centro que ha marcado la última década del fútbol mundial tiene sed. Es probable, eso sí, que ‘Lewa’ firme un 3-1, como el de Argentina ‘78 entre ambas naciones, aunque él no anote. “Sé que los demás van a ir por mí y eso puede abrir espacios para mis compañeros”, explicó, con razón, hace dos días. Polonia es más que Lewandowski sediento de gol.