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Navidad 2024

Los únicos gozos que integra la Novena de Navidad para orar en familia

La Novena de Navidad o Aguinaldo contempla nueve gozos que se oran antes del 24 de diciembre: te contamos cuáles son.

México
Los únicos gozos que integra la Novena de Navidad para orar en familia
Foto: Cortesía | Google

La Novena de Aguinaldos o Navidad es una tradición que llevan a cabo anualmente los feligreses de la iglesia católica, la cual radica en la Edad Media donde países como España y Francia comenzaron la tradición. En AS México te contamos cuántos gozos hay y cuáles son las oraciones.

¿Qué es la Novena de Navidad?

La Novena de Aguinaldos es una tradición navideña que se lleva a cabo días previos al 24 de diciembre; actualmente esta costumbre católica se celebra en países como Colombia, Venezuela, Ecuador y México. Durante este periodo que tiene una duración de nueve días, los feligreses hacen oraciones por cada día y suele ser análoga a las posadas.

Origen y significado de la Novena de Navidad

La Novena de Aguinaldo fue creada por el franciscano Fray Fernando de Jesús Larrea, quien nació en 1700, él le escribió a Clemencia de Jesús Caycedo Vélez, fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá, una petición para llevar a cabo la predicación de oraciones en la novena, misma que fue aceptada. Años después, la madre María Ignacia, religiosa de La Enseñanza, le hizo modificaciones y le agregó algunos cánticos extras.

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¿Cuántos gozos de la Novena Navideña hay y cuáles son?

La Novena Navideña tiene una duración de nueve días consecutivos, los cuales inician del 16 y hasta el 24 de diciembre de cada año. El objetivo es rememorar y celebrar aquellos meses previos al nacimiento del Niño Jesús. La oración para todos los días instaurada por Fray Fernando de Jesús Larrea es:

“Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amásteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio; y en retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació, y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna, y more eternamente. Amén.”, junto al rezo de Gloria al Padre por tres veces.

¿Cuáles son los nueve gozos de la Novena de Navidad?

  • Primer gozo: En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos: allí era la causa, a la par que el modelo de toda creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén. Allí es donde debemos datar la genealogía del Eterno que no tiene antepasados, y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba. (...).
  • Segundo gozo: El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió a un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación (...).
  • Tercer gozo: Así había comenzado su vida encarnada el Niño. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en el primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado lo porvenir con todos sus arcanos conocimientos. (...).
  • Cuarto gozo: Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión?, ¿quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados y hacernos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo. (...).
  • Quinto gozo: Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hoy de que nos detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos. (...).
  • Sexto gozo: Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios (...).
  • Séptimo gozo: Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo aún no nacido, al creador del universo, hecho hombre. Contemplemos la humildad y la obediencia de ese Divino Niño, que aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiera apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en que venía al mundo. (...).
  • Octavo gozo: Llegan a Belén José y María buscando hospedaje en los mesones, pero no encuentran, ya por hallarse todos ocupados, ya porque se les deshace a causa de su pobreza. Empero, nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. (...).
  • Noveno gozo: La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los Ángeles el jumento que le había servido de cabalgadura durante el viaje y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad. (...).

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