Domingo de Resurrección 2025: ¿se puede comer carne o hay que hacer ayuno?
Te contamos si el domingo de Resurrección se puede comer carne o si es necesario hacer ayuno, de acuerdo con lo que dictan las costumbre religiosas.
El Domingo de Resurrección, también conocido como Domingo de Pascua, es una de las celebraciones más importantes del cristianismo. Este día marca el final de la Semana Santa y conmemora la resurrección de Jesucristo, un acontecimiento central en la fe cristiana. Es una jornada llena de alegría, esperanza y renovación espiritual para los creyentes.
Pero, aunque muchos conocen el significado religioso de esta fecha, también es común que surjan dudas sobre las prácticas que se deben seguir. Una de las preguntas más frecuentes es: ¿Se puede comer carne en Domingo de Resurrección? ¿O todavía se debe guardar ayuno o abstinencia, como en otros días de la Semana Santa?
¿Qué establece la Iglesia Católica?
Durante la Cuaresma, especialmente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, la Iglesia Católica invita a los fieles a practicar el ayuno y la abstinencia de carne como actos de penitencia y reflexión. Además, los viernes de Cuaresma también se evitan las carnes rojas como señal de sacrificio.
Sin embargo, el Domingo de Resurrección no es un día de penitencia, sino todo lo contrario. Es una celebración solemne y festiva, que representa el triunfo de la vida sobre la muerte. Con este día se da por terminado el período de ayuno y abstinencia.
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¿Entonces se puede comer carne?
Sí. En el Domingo de Pascua se permite comer carne y no se exige ningún tipo de ayuno. De hecho, en muchas culturas se acostumbra compartir un banquete familiar que simboliza la alegría de la resurrección. Desde cordero asado en algunas regiones de Europa hasta roscas de Pascua o huevos decorados, los platos tradicionales varían, pero el espíritu es el mismo: celebrar la vida.
Un día para reflexionar
Más allá de las costumbres alimentarias, el Domingo de Resurrección es una invitación a renovar la fe, compartir con los seres queridos y celebrar con esperanza. Es un momento ideal para dejar atrás la penitencia y abrir el corazón a la alegría de la Pascua.
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