Rafa Márquez rompe la maldición de Columbus
La Selección Mexicana conquistó los primeros tres puntos en el Hexagonal de Concacaf gracias a los goles de Miguel Layún y Rafael Márquez.
México conquistó su primer triunfo de la historia en Columbus, luego de vencer 1-2 a Estados Unidos, con lo que se llevó los primeros tres puntos dentro del Hexagonal Final de Concacaf.
No siempre será de noche. El instante más oscuro es aquel que antecede al amanecer. Bien lo sabe ‘Rafa’ Márquez. Benjamin Button. LeBron James, un tanto alejado de Cleveland. No hay más ciudades malditas. No hay más ‘DosACero’. Pero siempre nos quedará más ‘Rafa’. México triunfó en su diván y reivindicó, de alguna forma, el verde-blanco-rojo tan lastrado en los tiempos de Trump. No nos juega la patria, cierto, pero, vaya, nada nos cuesta sonreír.
Osorio pareció emergido de un exilio purificador. El gesto aún más adusto pero la mirada aún más serena; como Jack Nicklaus. La ira contenida. El fulgor apagado con hielo. La espada forjada a fuego lento. La barba silvestre, la voz tersa. Como Bruce Wayne en el Tíbet. Sea como fuera la expiación de Osorio, con Bielsa como mentor (o aparición transfísica, tipo Obi Wan Kenobi), el arrojo le pudo. Cuatro atacantes; Corona maquillado como lateral, Guardado y Herrera sobre el cinturón del campo, sin escuderos detrás de ellos. La apuesta, que Manuel Lapuente (o Sven Göran Eriksson, cuyo infausto inmobilismo quedó registrado en Columbus) habría calificado como suicida, le confirió a México un mejor tono muscular para sobrellevar el atroz frío de Ohio.
Así vivimos el Estados Unidos vs México
El tiro de rosca, interior derecho, de Corona que cimbró el poste derecho de Howard confirmó los buenos síntomas de México; inmune al frío, nervios de hierro, fuerza sobrenatural. ¿Esto es Columbus? Entonces Layún golpeó desde la frontal con un cartón pero el soplo de Brooks y las dos piernas izquierdas de Howard, que ya habían echado raíces sobre el césped, allanaron el camino de la pelota. El embrujo se había roto. El descubrimiento de Columbus, qué diría Cristóbal. Una premonición. Un espejismo, porque Moreno salvó sobre la línea, acto seguido. Nada es fácil en Colombus.
Estados Unidos no tomó de buena gana el gol pero México tampoco dejó de inflar el músculo. Vela, como el ‘Peine del Viento’ de la Bahía de la Concha donostiarra, reinó en los cielos de Colombus y remató el horizontal. Momento, ¿esto es Colombus? La escultura de Osorio se coartó cuando Guardado, músculos de cristal, debió abandonar el campo. El colombiano asignó a Márquez la legión del centro del campo y rellenó el lateral derecho con Salcedo como postizo. Klinsmann advirtió la descompensación y ajustó el vendaje de Besler y desató a Pulisic, un prodigio, torrencial como una nevada a orillas del Scioto, un Peter Pan con balón y cuchillo. México, no obstante, no perdió color y resistió el temporal, a veces con Moreno sobre la línea de cal y Salcedo en vuelo suicida, otras con Herrera probando el cañón. El primer tiempo terminó en un escenario inusitado. 0-1. En serio, ¿esto es Columbus?
La tormenta, pareciera, pilló a la Selección en los vestuarios. Será que el camerino fue atacado por un oso pardo o que en el casillero de Héctor Moreno se apareció el espectro de Josh Wolff. Lo que fuere. La carambola desatada en cuanto López accionó el segundo tiempo fue un presagio de que un vórtice polar avecinaba. En ello, Altidore enfiló, una locomotora, Wood soportó a Moreno, una bailarina de níquel, y batió a Talavera. Ahora sí, se parece a Columbus. González, un guardabosques en el área mexicana, y Bradley elevaron a Talavera a categoría de protagonista. El vórtice. El ventarrón. Stewart, Wolff, Donovan, DosACero, la nieve. Columbus.
Lo cierto es que México no encontró sosiego. Osorio nunca pudo reforestar el centro del campo mientras Márquez cumplía con los 12 trabajos de Hércules. Entonces, González taló el tobillo izquierdo de Herrera dentro del área estadounidense y López creyó el intento de asesinato como una treta. Tampoco juzgó bien la patada de Vela a Johnson, habrá que apostillar. Y mientras Wood maniobraba como Simone Biles y Talavera contenía como ‘catcher’ de los Cachorros, el partido degeneró hasta convertirse en una melé auspiciada por los Ohio State Buckeyes. El crujir del césped. Las piernas en vuelo, cortando el viento. Los codos puntillosos. El barro impregnado. El sudor gélido. Hirving Lozano, el Pulisic mexicano, rompió el hielo. Citó a Hernández con el gol y llevó a Brooks y Besler hasta la insania. No en vano le dicen ‘Chucky’. Qué espanto.
Y el partido se congelaba cuando Márquez, káiser, imperial, trazó con la cabeza un arcoiris que bajó en las redes Howard. Un trazo, parábola en verde olivo y acrílico, morará en un compartimento especial del Columbus Museum of Art. Y salió el sol en Columbus. No siempre será de noche.
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