Javier Cortés doma a la 'Fiera' y Palencia sigue invicto
Universidad aprovechó los errores en definición de los 'Esmeraldas', incluido un penalti fallado, y se llevaron la victoria con gol de Cortés.
Paco Palencia aún no conoce la derrota como entrenador de los Pumas. Después de tres jornadas, los mejores augurios espetados antes del torneo no corresponden con la actualidad. Palencia mismo estará sorprendido. Sin gol en contra, marca impecable en casa y la punta del campeonato a la vista (tercer lugar). Quizá Palencia tenga ascendencia irlandesa o se trate de un derroche de buena suerte cuyo fin no podríamos avistar. Lo único cierto es que los Pumas aún no han perdido y a Paco Palencia le sonreiría hasta Putin.
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Para tener una perspectiva del 'momentum' que goza Palencia habremos de voltear al cielo; el sol asomado cuando ha estado oculto casi todos los días. A pesar de la extraña comparecencia del astro, y de los furtivos rayos de luz, el partido no fue brillante, sobre todo en la primera mitad. Cortés e Ignacio González desempolvaron las armas antes del cabezazo de Britos a centro de Gallardo; torpe, lento, pero peligroso. Poco después, Verón probó los estándares perceptivos del árbitro Yair Miranda; barrida temeraria por detrás de Cano. El juez compró y Verón se arrepintió de la osadía. Eso sí, 'Pikolín' (PikoDios', que le dicen) ha aprendido a emendar los errores ajenos. Su lance hacia la izquierda detuvo el cariño de Cano. El León vio las puertas entreabiertas; Elías Hernández soltó un riflazo, con efecto endemoniado, que bajó tras las redes de Palacios. Al final de la primera mitad, Palencia pareció resoplar.
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El segundo tiempo fue muy distinto. Alguna argucia habrá emprendido Palencia en los vestidores (algún discurso emocional, una arenga épica, o un ritual chamánico) que liberó espiritualmente a sus pupilos. Los primeros 20 minutos del segundo acto fueron la mejor puesta en escena de Palencia desde que dirige a la compañía auriazul. Concepto, profundidad, velocidad al toque, intensidad. Britos tintinó el travesaño de Yarbrough, Barrera disparó a quemarropa, Yarbrough vuela para detener un tiro recto de Cortés. El asedio parecía insostenible.
Entonces, Cano y Boselli, que segundos antes habían ingresado al campo, casi arrebatan el trébol de cuatro hojas a Palencia: desborde del primero y rasguño del segundo, casi sobre la línea de gol. Unos minutos después, Palacios se estiró para alejar un pelota amenazante, envenenada por el desvío accidental de Castro. Cortés, en una jugada made-in-Palencia, convirtió el gol que prueba la existencia de la buena suerte. Conducción, devolución de Fidel Martínez, carambola en el área, tiro que destruyó la resistencia de Yarbrough; fue como una bala expansiva destrozando un chaleco antibalas. La pelota entró pidiendo permiso. Gol a puro tesón y collons (diría Abraham González). De ninguna suerte debemos fiarnos, más que de la buena, apuntó Séneca. Que tome nota Palencia.