¿De verdad es tan importante la Copa Confederaciones?
La historia de los exponentes de la Concacaf en el certamen dice que estar presente en ella o no, no condiciona lo que sucede un año después en el Mundial.
El próximo sábado en Pasadena parece haber mucho en juego. México y Estados Unidos lucharán por una plaza para la Copa Confederaciones Rusia 2017. La Concacaf volverá a estar representada, como siempre, por al menos uno de los dos “grandes” de la región.
En teoría acudir a ese certamen es crucial en el proceso de preparación de cara a un Mundial, aunque en la práctica no existe una verdadera correlación entre ambas competencias, más allá de la sede.
México y Estados Unidos, además de Canadá en el 2001, son los únicos exponentes de la región en la historia de esta justa que por iniciativa del Rey Fahd de Arabia Saudita comenzó a reunir, a partir de 1992, a los monarcas de las distintas regiones futbolísticas.
La entonces llamada “Copa Rey Fahd” no tardó en crecer lo suficiente para que la FIFA le metiera mano al lucrativo negocio y la rebautizara como la Copa Confederaciones, la cual se ha convertido en una especie de ensayo mundialista, sobre todo para los países anfitriones.
Al repasar lo que implica estar presente en el certamen se puede ver que las repercusiones generales son mínimas.
México, por ejemplo, no hizo un Mundial mejor o peor después de ganar en casa la edición de 1999.
Ni siquiera aquellas ediciones realizadas un año antes de la Copa del Mundo marcaron alguna pauta. En Alemania 2005, México capturó infinidad de elogios con un futbol que lamentablemente no fue capaz de repetir un año después, pese a que Ricardo La Volpe pudo completar todo el trayecto como seleccionador nacional.
Tampoco fue de gran beneficio estar en la Confederaciones 2013, certamen en el que México, con José Manuel de la Torre en el banquillo, ya daba síntomas inequívocos de agotamiento, y realizó un penoso papel al perder sin la menor resistencia con Brasil e Italia y ganar sin gracia frente a Japón.
Y pese a ello, con un entrenador nuevo y poco tiempo de trabajo, un año después de ese pobre desempeño, México realizó una muy buena fase de grupos en Brasil 2014 y llegó al mismo lugar de siempre: octavos de final.
Lo mismo le ocurrió al Tri en el Mundial Corea-Japón 2002, un año después de hacer un tremendo papelón con Enrique Meza en la Confederaciones 2001.
Algo similar experimentó Estados Unidos, que tuvo una estupenda participación en la Confederaciones de 2009, y un año después en tierras sudafricanas, aunque superó la primera fase, fue marginado en los octavos de final al caer con Ghana (1-2). México, que no acudió a esa cita un año atrás, también llegó hasta los octavos de final en Sudáfrica 2010.
La conclusión es que deportivamente estar presente en este torneo no resulta determinante, pero sí lo es en el plano económico, sobre todo para las televisoras, que son, a final de cuentas, las dueñas del negocio.