De guerrillera a una de las actrices más reconocidas en México
Su gran salto a la fama ocurrió en 1973, cuando Roberto Gómez Bolaños la integró al elenco de El Chavo del 8.

La actriz española, Angelines Fernández, recordada por millones como “La Bruja del 71” en El Chavo del 8, tuvo una vida marcada por la valentía, la lucha política y la resiliencia.
Nació en Gijón, en 1922, y desde joven mostró un fuerte compromiso ideológico al unirse a la resistencia antifranquista durante la Guerra Civil Española, participando activamente en grupos anarquistas y republicanos que enfrentaban la dictadura de Francisco Franco.

Durante una década, formó parte de estos movimientos de oposición hasta que la persecución por parte del régimen la obligó a huir. Primero se exilió en Francia y después, en 1947, llegó a México. A pesar del exilio, nunca fue reconocida oficialmente como refugiada, lo que la obligó a comenzar desde cero, enfrentando dificultades económicas y sociales en un país desconocido.
Gracias al apoyo del actor Ángel Garasa, Angelines consiguió su primer empleo en la radio, lo que marcó el inicio de su carrera artística. Su carisma y talento pronto la llevaron al cine, debutando en 1955 en Maternidad Imposible. A lo largo de la Época de Oro del cine mexicano, compartió pantalla con íconos como Pedro Infante y Mario Moreno “Cantinflas”, además de formar una profunda amistad con Ramón Valdés, quien años después la recomendaría para trabajar en televisión.
Su gran salto a la fama ocurrió en 1973, cuando Roberto Gómez Bolaños la integró al elenco de El Chavo del 8. Aunque al principio no tenía experiencia en comedia, Fernández supo construir a la inolvidable Doña Clotilde, un personaje entrañable que se ganó el corazón del público latinoamericano. Su profesionalismo y respeto por Chespirito hicieron que se convirtiera en una de las figuras más queridas del programa.

Sin embargo, detrás de la comedia vivía una mujer con una profunda conciencia social y política. En México, Angelines mantuvo su activismo, participando en movimientos feministas y de izquierda, siempre comprometida con la justicia social, los derechos humanos y la equidad de género. Su militancia fue una extensión natural de su juventud combativa en España.
Más allá de su faceta artística, también se dedicó a preservar la memoria histórica de la Guerra Civil Española y del exilio republicano. Colaboró con otros exiliados en actividades culturales y actos de resistencia, encontrando así una comunidad que compartía sus ideales e historia. Su compromiso no se limitó a la actuación, sino que dejó un legado político y humano profundo.
Angelines Fernández falleció en 1994, pero su recuerdo permanece vivo. Más allá de ser la “Bruja del 71”, fue una mujer firme en sus convicciones, talentosa, solidaria y luchadora. Su vida es testimonio de cómo una actriz puede ser también una activista, y de cómo la memoria, la dignidad y el arte pueden caminar de la mano.
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