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Jorge Ruggiero

Por su bien, Cruz Azul no debería clasificar a liguilla

Ciudad de MéxicoActualizado a

Por increíble que parezca, a tres fechas de que termine el campeonato, Cruz Azul todavía tiene posibilidades de clasificar a la repesca. A pesar de que el funcionamiento del equipo ha estado lejos de ser el óptimo y que, en cuanto a resultados se refiere, se ha tratado de un torneo para el olvido, el sistema de competencia es tan benévolo que tiene a la causa celeste con vida. Obteniendo siete de los nueve puntos que restan por disputar, seguramente obtendrá un boleto para la repesca. No obstante, por su bien a mediano y largo plazo, es mejor tratar de cerrar dignamente y con profesionalismo, pero sin avanzar a liguilla.

Y lo anterior, no sólo por un criterio de mínima justicia deportiva, en donde un equipo clasificado doceavo no debería poder disputar un título. A final de cuentas, esas son las reglas de la competencia y si bien es cierto que pudieran ser cuestionables, son las mismas para todos los participantes. No, Cruz Azul no debería clasificar a la liguilla para evitar que con una seguidilla de buenos resultados se solape y olvide una cadena interminable de errores en los planos deportivo y administrativo.

En la Noria buscarán que el equipo avance a las instancias definitivas para que, una vez estando ahí, se encomienden a la deidad de su preferencia para buscar un milagrito. Sin embargo, clasificar, podría ser más perjudicial que benéfico. El disputar la liguilla, sería un premio inmerecido que, entre otras cosas, maquillaría deficiencias estructurales en la planeación y armado del equipo. Tal y como ha pasado en otras ocasiones.

En el torneo anterior, el equipo celeste cerró su participación jugando bien los últimos tres o cuatro encuentros. Eliminó a Necaxa en la ronda de repechaje y vendió cara la eliminación ante Tigres. Los de San Nicolás tuvieron que recurrir al reglamento y su mejor posición en la tabla para avanzar, poque a lo largo de los 180 minutos fueron incapaces de superar a la máquina en el marcador. El desenlace de dicho torneo, y en particular, el segundo tiempo de ese último partido, maquillaron muchas falencias que el equipo arrastraba desde tiempo atrás.

Como suele suceder en los equipos de futbol, en un ejercicio simplista se buscó un responsable del fracaso y se señaló a Juan Reynoso y su cuerpo técnico. A nivel directivo e pensó que, con la llegada de un técnico nuevo y dos o tres jugadores más, el equipo estaría en condiciones de competir. Nada estuvo más lejos de la realidad. Los resultados obtenidos en el presente certamen han dejado de manifiesto lo reducido en cantidad y calidad del plantel.

De clasificar a la liguilla, o al menos a la repesca, Cruz Azul corre el riesgo de cometer el mismo error. En el corto se olvidará el fracaso monumental que resultó ser el proyecto diseñado por Ordiales, que si bien en un inicio parecía que podría dar resultados, el paso de las jornadas exhibió que todo se trataba de mucho discurso y poca planeación.

El avanzar volvería a maquillar los problemas estructurales que tiene el equipo. Entre ellos, la interminable inestabilidad en las direcciones deportivas y técnicas. En tres años (agosto 19 – agosto 22) han desfilado cuatro directores deportivos (Peláez, Ordiales, Dávila y López de Silanes) y cinco directores técnicos. Caixinha, Siboldi, Reynoso, Aguirre y ahora, como interino, Gutiérrez. Ningún proyecto puede jactarse de ser serio si no se da continuidad y se evalúa constantemente.

Si no hay proyecto con planeación, continuidad y evaluación constante, no habrá resultados exitosos. Y si los llega a haber (como ese campeonato del 2021) parecerán más por mérito de individualidades (en el campo y en la DT), que de un proyecto sólido, con metas claramente definidas y con etapas de desarrollo.

El no clasificar ni siquiera a repechaje sería un fracaso monumental. Pero a veces es necesario tocar fondo para volver a construir y no solamente colocar curitas en las descalabradas, simulando que todo está bien. Es necesario hacer un ejercicio de autocrítica, aprender de todo lo que se ha hecho mal en los últimos años y también replicar lo que ha significado ser un acierto. En este momento, la directiva debería estar definiendo qué estilo quiere que tenga el equipo y cuáles son las piezas que requiere para que, el próximo torneo esté trabajando para alcanzar ese objetivo.

A falta de tres jornadas deberían tener una tercia de candidatos a dirigir el equipo y una lista de posibles altas y bajas del plantel que se adecúen a los estilos de dichos entrenadores. Lo anterior, a fin de que en enero que empiece nuevamente la competencia, haya una idea y plantel definido desde el primer día de pretemporada y ahora sí, se pueda planear algo con tiempo y con continuidad.

El clasificar, aunque fuese de rebote, podría generar una sensación de que las cosas no están tan mal y como suele ocurrir, se hagan dos o tres cambios que no eliminen las deficiencias de origen. Así que, aunque ahorita pudiera parecer una posición fatalista, Cruz Azul, por tu bien a mediano y largo plazo, lo mejor sería que no clasificaras.