Lo lamento, amigos españoles
También mi segunda camiseta favorita se fue de la Copa. Al menos el juego de este martes ante Marruecos, igual que el pasaje ante Japón, del que hoy ya no tendrá más dudas Hugo Sánchez, me sirvió mucho para confirmar que en el futbol, la posesión de la pelota no es tan importante como la generación ofensiva y la definición.
También me quedó claro, como lo explicaba ayer con el ejemplo mexicano, que los cambios generacionales no se fuerzan, se trabajan con tiempo, paciencia, más tiempo y más paciencia.
Sigo siendo muy fan de Luis Enrique, como entrenador y más como persona; le aplaudo el aferrarse a su forma de ver el futbol y a su joven equipo de trabajo, así como destaco la decencia mostrada al encaminarse a felicitar al entrenador marroquí, Walid Regragui.
Impresionante la fiesta a las afueras del Estadio de la Ciudad de la Educación; Qatar y Marruecos se unieron en una sana explosión de júbilo en un día en el que los africanos ganaron en todo. Primero, en el color rojo, pues les tocó ser locales administrativos y obligaron a España a salir de azul; luego, al llevar a mucha más gente al repleto inmueble para poco más de 44 mil aficionados, que mostró fans hasta en los pasillos y por lo mismo siempre se escucharon más fuertes los gritos de aliento a Marruecos que el de los españoles, que se fueron apagando conforme los de rojo contenían sus ataques y enfriaban el partido, hasta llevarlo al alargue.
Luego, en los penaltis (mientras escribo esto, por cierto, se siguen escuchando los bocinazos en las calles cercanas), en los que espantaron a los talentosos ibéricos, a tal grado que ni uno de ellos fue capaz de lograr colar su envío al fondo de las redes.
No daba crédito, parecía estar ante el México de 1986 o 1994, el miedo y la desconfianza en los cobros Sarabia, Soler y hasta el experimentado Sergio Busquets, me trajeron a la memoria las caras de Raúl Servín, Fernando Quirarte, Marcelino Bernal o Jorge Rodríguez.
Pobre Camerún con Eto’o
No cabe duda que podríamos estar peor. ¿Ya vieron la agresión de Samuel Eto’o a un YouTuber argelino? ¡Qué locura! Digo, aquí podemos tener directivos que no acaban de encontrarle la forma a su Liga o al manejo de la Selección Nacional, pero no me podría imaginar al presidente de la FMF lanzando una peligrosa patada de judo a un periodista extranjero que lo cuestione por un polémico resultado.
Nada me dejó impactado. Fue como retroceder 20 o 30 años al tiempo en el que los dirigentes futboleros arreglaban las cosas con amenazas y agresiones.
En eso sí siento un enorme avance, a mí lo más que me pasó fue una persecución profesional hasta que lograron su cometido, pero ya tiene poco más de 10 años y las cosas siguen mejorando.
El periodista debe seguir investigando para obtener material que mueva, que interese, que logre el cambio que tanto buscan los aficionados al futbol y le guste o no a los dirigentes, entrenadores o jugadores, quienes jamás deben caer en las agresiones.
Ahora, siempre será mejor que los periodistas cotejen la información o al menos no la inventen, pero incluso para aquellos que llegaran a mentir, hay otras rutas legales que siempre serán más indicadas que la violencia.