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El héroe que vive en mi casa

Ciudad de MéxicoActualizado a

Mis hermanos son uno de los mejores regalos que me dio la vida. Llevamos una relación muy cercana y han sido mis compañeros, además de ejemplo y máximo motivo de orgullo y admiración. Estoy casi segura que ellos y la convivencia que nos genera es una de las razones por las que amo los deportes.

Desde niños Santiago y yo empezamos con la pasión de los caballos, droga a la que Iker se nos unió más tarde, y ahora los tres vivimos muy enganchados. He visto a mucha gente empezar a montar: de verdad que no me ha tocado alguien a quien le cueste tanto como en un principio a Santiago.

Vivió épocas de mucha frustración y confusión. A la fecha las puede tener; es normal para cualquier deportista de alto rendimiento. Ha tenido las herramientas y la resiliencia para superarlas, también ha podido disfrutar de las mieles cuando toca, sabiendo que al día siguiente tiene que volver a trabajar y concentrarse. Se sabe ejemplo y busca serlo; es de las personas más coherentes que conozco.

Este fin de semana logró lo que nadie había hecho en México en nuestro deporte, en adiestramiento: compitió tres caballos en el máximo nivel y completó el podio en Gran Premio en el Circuito Metropolitano. El orgullo que puedo sentir como aficionada es inmenso; como hermana, me rebasa.

Quien me conoce sabe la admiración y respeto que profeso por los atletas. Y seguramente eso me pasa porque tengo a uno en casa; crecer y vivir con él es un reto y una motivación constante. Santiago es disciplina, pasión, tenacidad, trabajo e inteligencia. Es intenso y soñador, pero todo lo resuelve con esfuerzo y dedicación. Es un ideal que te juzga o te inspira, no hay más.

Es el ejemplo perfecto de quien se prepara en cuerpo e inteligencia. No deja de retarse y de estudiar; su mente no tiene fronteras y su ambición solo la contiene la humildad que lo ha hecho crecer y centrarse toda la vida. La voluntad que tiene es inquebrantable y lo llevará hasta donde no ha ni soñado, estoy segura. Constantemente busca el equilibrio entre su trabajo, sus capacidades y sus intereses.

Además del orgullo y la admiración que puedo sentir por él, creo que es una historia digna de contarse. Es una historia de éxito que no ha visto su límite. Es un momento que quiero aprovechar para agradecer a todos los que han sido parte de su camino, de su crecimiento y sus logros. Está rodeado de personas maravillosas que lo impulsan y apoyan; ese tipo de sistema emocional hace mucha falta en el deporte en México, en nuestra sociedad. A todos, de corazón, un gracias infinito.

Quiero compartir la historia de mi hermano porque es la historia del trabajo más allá del talento. Es la viva prueba de que la capacidad no tiene límites cuando se alimenta. Es la prueba del poder de la mente. Es el ejemplo de que en el deporte, como en la vida, no hay más que seguir y luchar. Es uno de los héroes que vive en mi casa.