Darfur United: el fútbol salva a los refugiados del genocidio
Darfur United: el fútbol salva a los refugiados del genocidio

REPORTAJE | FÚTBOL Y GUERRA

Darfur United: el fútbol salva a los refugiados del genocidio

El conflicto de Darfur, desencadenado en 2003, es una de las mayores crisis humanitarias de la historia. Un equipo de refugiados ha llevado su mensaje por el mundo a través del fútbol. Gracias a ello, varios jugadores emigraron a Suecia y encauzaron su vida.

Soy Moubarak Abdallah. Nací hace 28 años en Sudán, en Darfur, en una pequeña villa llamada Kutum. La vida era tranquila, pero tuvimos que huir porque los militares llegaron. Eso fue en 2003. Una mañana vimos soldados en caballos, helicópteros. Los militares entraban a donde querían. Asustaban a la gente. Tomamos lo que pudimos y empezamos a correr. Huimos de ahí. Mi familia se dispersó. No los vi sino hasta 26 días después. Solo seguí a la gente. A mi paso vi mucha muerte, pero solo quedaba continuar con el camino. A donde fuera. Gente y animales morían. Iba acompañado de algunos amigos. Como no teníamos nada que perder seguimos caminando. Preguntábamos por agua y comida. No teníamos nada. Al llegar a Chad me encontré con una persona que también era de Kutum y le pregunté si sabía dónde estaba mi familia. Pensó que estaba muerto y le dio gusto verme. Me dijo que mis padres y mis hermanos estaban bien y me llevó con ellos. Ellos también pensaban que había muerto. Fueron días terribles.

Desde entonces, mi familia vive en el campo de refugiados de Mile. No tenía mucho que hacer. Solo ir a la escuela, volver a casa y jugar al fútbol con mis amigos. La vida era difícil. Dura y aburrida. Solo esperar y sobrevivir. Y jugar. A los chicos lo que más les gusta es el fútbol. Y entonces Darfur United me cambió la vida.

Gabriel Stauring se sentó a leer las noticias en su casa en Los Ángeles cuando el conflicto de Darfur llegó a sus ojos. Era 2004. El ejército del dictador Omar al-Bashir había lanzado un conflicto armado para sofocar la rebelión del Ejército/Movimiento de Liberación Sudanés y el Movimiento de Justicia e Igualdad (MJI), afincados en la zona Oeste de Sudán (Darfur). Como parte sus operaciones militares, las fuerzas armadas de al-Bashir emprendieron una campaña de limpieza étnica, aliadas con milicias janjawid, una tribu árabe mayoritariamente ganadera, en contra de los pueblos fur, zaghawa y masalit. Según Human Rights Watch, el conflicto había generado aproximadamente 2.2 millones de desplazados internos y 200,000 refugiados en la frontera Chad-Sudán hasta septiembre de 2007. “Habían pasado 10 años del genocidio de Rwanda. Me golpeó la brutalidad de lo que había pasado ahí. 800,000 personas fueron asesinadas y me sentí culpable de no haber hecho nada. Y pasó lo de Darfur y me dije: ‘Ahora no tienes ninguna excusa, tienes que involucrarte, tienes que hacer algo’”, rememora en entrevista con AS.

Gabriel se puso manos a la obra. Viajó a Darfur en 2005 para conocer los 12 campos de refugiados instalados a lo largo de la porosa franja Chad-Sudán. Cinco días de traslado, desde Los Ángeles hasta Darfur. El desierto, las balas perdidas, el calor asfixiante, las casas quemadas. La intención de Gabriel era realizar un viaje, ayudar en lo posible, y volver a Estados Unidos para continuar con su vida y su carrera como consultor familiar y defensor de víctimas de abuso infantil. Ha vuelto 30 veces.

Los 12 campos de refugiados en la frontera Chad-Darfur

Los 12 campos de refugiados en la frontera Chad-Darfur

Las experiencias de Gabriel en Darfur inspiraron la creación de iACT en 2009, una ONG cuya misión es brindar ayuda, empoderar y extender esperanza a personas afectadas por atrocidades masivas y genocidio. A lo largo de las visitas a los campos, Gabriel construyó un nutrido cuerpo de voluntarios para implementar sus acciones de ayuda humanitaria: educación para los niños, incentivar la práctica de actividades deportivas y ofrecer asesoría en derechos humanos. Más que proveer a las comunidades de apoyos despersonalizados, iACT llena el hueco que dejan las masivas acciones humanitarias del resto de organizaciones a través del trato directo, de establecer un vínculo directo con la persona y su historia; simplemente escuchar y entender. Como parte de su estrategia, iACT integra a los refugiados a la dirección de sus programas. “Que sean ellos los encargados de sus propias vidas. Nuestros proyectos son muy diferentes de los servicios humanitarios tradicionales que hay en los campos”.

"Les han quitado todo, incluso su capacidad de elegir. La idea del equipo es recordarles que son seres humanos, con dignidad y poder"

Gabriel Stauring, fundador de iACT y Darfur United

Uno de los programas humanitarios de iACT en los campos consiste en organizar partidos de fútbol en los páramos polvorientos sin líneas de fondo. Una pelota y el mundo, súbitamente, adquiría sentido. No necesitaban nada más para ser felices por un instante. “Desde mi primer viaje vi el poder del deporte. Traía una pelota y un grupo de jóvenes se acercó. Habían sido testigos de terrible violencia y se podía ver el miedo en sus rostros, pero, cuando la pelota salió, todo lo que tenían en la cabeza se desvaneció. Fue maravilloso. En ese momento ya no eran refugiados, no eran sobrevivientes, eran futbolistas”, recuerda Stauring. La semilla floreció en el desierto pedregoso, árido, muerto.

Un proyecto auspiciado por iACT es la Academia ‘Refugees United’, un refugio para niños y niñas de seis a 18 años, donde aprenden, a través del fútbol, valores como trabajo en equipo y liderazgo. La Academia les brinda un espacio seguro donde pueden jugar y olvidarse del mundo con una pelota en los pies. El programa está activo en tres locaciones: Chad, Tanzania y Camerún. La Academia de Darfur abrió en 2013 y, actualmente, opera en ocho sedes a lo largo de la frontera Chad-Sudán. En Tanzania, como respuesta al intento de golpe de Estado en Burundi, en 2015, iACT y Plan International Tanzania extendieron el programa a dos campos de refugiados (Nduta and Mtendeli), donde ha impactado a 2,915 niños, aproximadamente. 335,568 burundeses radican exiliados en Tanzania, según datos de la ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados) actualizados al 31 de enero de 2020. En Camerún, donde 250,000 refugiados de la República Centroafricana buscan asilo, iACT se alió con Jesuit Refugee Service para instalar la Academia en Gado, asentamiento en el que 1,225 niños se han encontrado con el fútbol como esperanza.

La crisis de Darfur en datos

Refugiados en Chad (actualmente): 465,013

Refugiados en Chad provenientes de Darfur (actualmente): 358,462 (71%). 

Refugiados pre-registrados en los campos de Chad: 12,746

Refugiados asistidos para volver a Sudán: 1,760

Desplazados por el conflicto en Sudán (desde 2003): 3 millones de personas (aproximadamente)**


*Fuente: ACNUR, datos actualizados al 29 de febrero de 2020.

**sudanreeves.org

Incremento de refugiados en Darfur desde julio de 2016 hasta enero 202
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Incremento de refugiados en Darfur desde julio de 2016 hasta enero 2020

Darfur ante el mundo

Una idea llegó a la cabeza de Gabriel Stauring: un torneo para naciones-pueblos no reconocidos por la comunidad internacional. La Copa Mundial VIVA, organizada por la NF-Board, enfrentaba a selecciones no federadas a FIFA; la mayoría, representantes de territorios y provincias con soberanía discutida, o inexistente. Un espacio reivindicativo de ínfulas regionalistas, étnicas, religiosas, tan vetustas como legítimas. Desde el independentismo de Padania hasta las demandas integracionistas del Pueblo Gitano, con entronque en la proclama de paz y libertad del Tíbet. Un refugio para himnos y arengas prohibidas e ignoradas. El Mundial de los invisibles. Era el escenario perfecto para llevar la crisis de Darfur a los ojos del mundo. “Se veía imposible en ese momento. Fue una idea que se quedó con nosotros. ‘¿Y qué tal si lo intentamos?’. Visitamos varios campos y la respuesta fue abrumadora. Querían participar. Les daba una sensación de identidad, el pertenecer a algo”, evoca Gabriel. La tarea era titánica: seleccionar a los mejores jugadores de entre más de 400,000 refugiados dispersados en 12 campos.

Para ello, Gabriel reclutó a un viejo conocido. Mark Hodson, inglés, exfutbolista amateur de la York St. John University, recaló en Estados Unidos en 1999. Trabajó como delegado regional de la MLS en Nueva York y Los Ángeles a cargo de los Major League Soccer Camps (un proyecto de desarrollo de talento juvenil de la liga), antes de asumir en 2014 la dirección en South Bay de la sociedad de formación de futbolistas Beach Futbol Club. Hodson también fundó una compañía propia (International Coaching Company), de la cual se desprenden varias academias para jóvenes. En una de ellas, entrenó al hijo de Gabriel. “Desayunamos un día y me preguntó cómo desarrollaría un programa para jugadores en un campo de refugiados en Chad. La conversación avanzó. Respondí: ‘Claro, no voy a desperdiciar esta oportunidad”, relata Hodson a AS. Gabriel estuvo seguro de que había tomado la decisión correcta desde el primer segundo: “Nunca había estado en África. Nunca estuvo a cargo de algo similar. Pero conectó con los muchachos tan pronto como llegó al desierto. Sabía perfectamente qué tenían y qué necesitaban mejorar. Fue la elección perfecta”, acepta.

En la primavera de 2012, Hodson y Stauring organizaron una semana de ‘tryouts’ para elegir a los mejores jugadores de la meseta darfurí. Se presentaron al ‘tryout’ final 60 jóvenes, ávidos de formar parte del equipo. “Fue algo muy significativo para todos. Que tuvieran la opción de representar a su gente. Tenían la oportunidad de ser tratados como atletas. Les dimos la oportunidad de sentir que de verdad lo eran”, asevera Gabriel. “Son personas que lo han perdido todo. Han visto a sus familias y amigos asesinados. Les han quitado todo, incluso su capacidad de elegir. La idea del equipo es recordarles que son seres humanos, con dignidad y poder. No tenemos que decirles qué hacer o qué no. Al contrario, debemos escucharlos”, apostilla el fundador de iACT. Armar a la plantilla supuso un rompecabezas para Hodson: “Les asignamos un número a cada jugador y luego los reunimos en las posiciones que más o menos les gusta jugar, lo cual fue difícil. No existía una estructura. Las canchas no tienen límites. Nadie hace un saque de manos”, cuenta Hodson. Las visorías duraron una semana, dos entrenamientos por día. Al final de los ‘tryouts’, Hodson eligió a 16 futbolistas de entre 60 aspirantes. Uno de ellos fue Moubarak Adallah.

"La vida es difícil. Dura y aburrida. No tenemos nada que hacer. Solo esperar y sobrevivir. Y jugar"

Moubarak Abdallah

Viví con mi familia en el campo de refugiados de Mile de 2003 a 2014. Once años atrapados. No tenía mucho que hacer. Empecé a jugar fútbol y mejoré poco a poco. En 2012 llegó Gabriel y nos preguntó cuál era nuestro deporte favorito. Todos respondimos ‘fútbol’. Hicieron los ‘tryouts’. Si eras bueno tenías la oportunidad de entrar a la última parte. Éramos como 50-60 jugadores en el campo. Al final me tocó unirme a Darfur United para salir de ahí por primera vez en mi vida. Me sentí muy bien y muy orgulloso por ello. Conocí a Gabriel en el campo de Djabal y me dio la bienvenida al equipo. Nos quedamos en Djabal durante dos meses, reunidos, concentrados. Jugamos algunos partidos para conocernos y entendernos. Aprendimos a trabajar juntos. El Mundial fue muy duro para mí. Sentía que me rompía por dentro. Quería sentirme parte de ello. No pude jugar dos partidos por lesión. Nos costó jugar en el pasto porque estábamos acostumbrados a la arena en el campo de refugiados.

Mejor resultado: Sahara Occidental 5-1 Darfur United

El siguiente reto para Gabriel Stauring y Mark Hodson fue trasladar a un equipo de refugiados desde el desierto de Darfur hasta el Kurdistán Iraquí, sede de la quinta edición de la Copa Mundial VIVA 2012. iACT convenció, con mediación de ACNUR, al gobierno de Chad de proveer documentos migratorios (sin pasaportes) para cada uno de los futbolistas. Ninguno tenía papeles. Vivían en tierra de nadie, en un limbo, sin ciudadanía ni certidumbre. La guerra se había llevado sus vidas y no quedaban más que escombros sostenidos por la esperanza. Después de los vaivenes, de las negativas administrativas, del atroz embate de la guerra, del hambre y el abandono, Darfur United saltó al campo del Estadio Brayati, en Arbil, Irak, para enfrentar a Chipe del Norte. Un equipo conformado exclusivamente por refugiados darfuríes. La primera vez que sentían el césped bajo sus pies cubiertos. Un nuevo mundo se abrió ante sus ojos. “Fue una locura. Nuestros jugadores nunca habían estado en un avión. Nunca habían usado zapatos de fútbol. Nunca se habían quedado en un hotel. Además, tenían a disposición toda la comida que pudieran imaginar. Frutas, carnes, postres. Les tuvimos que pedir que no comieran tanto porque se estaban haciendo daño. Fue un shock cultural gigantesco. Hicieron lo mejor que pudieron y estuvimos muy orgullosos de ellos”, evoca Hodson.

En su segundo partido, Darfur United cayó 18-0 con Provenza, región del sureste francés fronteriza con Italia. Clasificados en el último lugar del grupo C, accedió a un duelo de consolación que perdió 5-1 ante Sahara Occidental el 7 de junio de 2012, en el Estadio Franso Hariri, en Arbil. Moubarak Haggar Dougom fue el autor del único gol, hasta ahora, en la historia de los darfuríes. La aventura terminó pronto. Darfur United terminó el torneo en el noveno lugar de nueve participantes. Moubarak se perdió un par de juegos del Mundial debido a una lesión. Gabriel acompañó al contingente en todo momento durante el torneo. “Fue increíble. Anotamos nuestro primer gol. Hicieron a mucha gente muy feliz”, se conmueve Hodson.

Moubarak Haggar Dougom fue el autor del único gol, hasta ahora, en la historia de Darfur Unite
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Moubarak Haggar Dougom fue el autor del único gol, hasta ahora, en la historia de Darfur United

Los 16 jugadores volvieron a los campos de Chad después de la Copa. Una ilusión de una semana. Irak queda muy lejos ya. Un palmeral entre el desierto. La realidad era esto, el día a día de supervivencia, hastío, desamparo. Los días que se difuminan en la arena.

Intentamos construir una nueva vida. Ayudar y hacer algo por los demás. Fue muy duro y doloroso para nosotros. Hicimos todo lo que pudimos para entregarle algo a la gente que vivía a los campos. Entrenamos mucho para mejorar para el siguiente Mundial. No teníamos pasto, ni zapatos. No teníamos la oportunidad de comprar zapatos porque no tenemos dinero. La vida era muy mala. Un día escuchamos de Gabriel que habría una nueva Copa, en Suecia. Nos dijo que entrenáramos muy duro para estar listos. Él iba a venir por nosotros unas semanas antes para después volar al Mundial (ahora llamado) CONIFA. Le hicimos caso. Entrenamos mucho.

Una nueva esperanza

En 2013, CONIFA sustituyó a la NF-Board y acogió a las selecciones nacionales-étnicas desamparadas por FIFA. Un año después, la organización anunció la celebración de una nueva Copa del Mundo, inspirada en el concepto y espíritu de los torneos VIVA. Gabriel quería que Darfur volviera a aparecer. Vuelta a empezar. Los entrenamientos en el desierto hasta el alba. El fútbol entre la desolación. Y la ilusión. A Suecia viajó prácticamente la misma plantilla que contendió en Kurdistán, con solo dos cambios. El procedimiento de viaje, no obstante, fue más intrincado. “Necesitábamos los documentos y permisos chadianos para aspirar a un visado temporal para entrar a la Unión Europea. Francia nos concedió, de último minuto, las visas. Por derecho internacional están habilitados para tramitar documentación de viaje a países que no tienen consulados en Chad”, relata Gabriel el periplo.

La nueva travesía tampoco fue del todo placentera para Darfur United. La septentrional y fresca ciudad de Östersund, enclavada en el corazón de la Laponia sueca, acogió todos los partidos del Mundial CONIFA. Los pupilos de Hodson compartieron el sector C de la competencia con dos contendientes al título: Padania (región independentista del norte de Italia) y Osetia del Sur (territorio georgiano secesionista auto-proclamado y reconocido por solo cuatro países). En primer turno, el 1 de junio de 2014, cayeron 0-20 frente a los itálicos; el día después, cedieron 19 tantos contra los caucásicos. Darfur United se conformó con dos cotejos de consolación para definir su clasificación final. Los resultados no fueron nada halagüeños: 12-0 contra Nagorno Karabaj (territorio bajo disputa entre Azerbaiyán y Armenia), y 10-0 ante Tamil Eelam (nacionalismo tamil en Sri Lanka). “Tuvimos dos años de experiencia. Algunos jugadores mejoraron un poco. Suecia fue un anfitrión maravilloso, muy acogedor. El torneo fue muy bien organizado. Batallamos un poco en la cancha porque nuestra plantilla era muy pequeña. Pero fue una gran experiencia. Fue increíble”, invoca Hodson.

Nos recibió un lugar muy frío, para nosotros. Era muy frío a pesar de que era junio. Veníamos de un lugar con 40 grados de temperatura en pleno desierto. Nos costó mucho. Además, sufrí una lesión. Muy mala suerte. Salí del primer partido y no pude jugar el siguiente. Eso fue muy duro para mí. Perdimos todos los partidos. El último lo jugamos solo con nueve porque varios compañeros ya habían huido. Pensamos: ‘¿Vamos a jugar, o se cancela? Tomamos la decisión de jugar. Incluso yo, que estaba lesionado y no tenía ligamentos en las rodillas. Pero quería jugar. ‘Ok, no hay problema’. Me dejaron ponerme como delantero para ayudar a mis amigos. No lo hice bien, pero lo intenté. Hice lo mejor que pude. A pesar de perder, fue el mejor partido que tuvimos en el torneo. Solo éramos nueve, y uno de ellos era nuestro intérprete. Y lo hizo tan bien como nosotros. Fue una historia loca.

"No queríamos volver a vivir en Darfur"

Solo tres de los 16 futbolistas que participaron en el Mundial de 2014 regresaron a los campos de refugiados. El resto optó por quedarse en Suecia y, casi seis años después, permanecen ahí. Los 13 solicitaron el asilo y el permiso de residencia en las oficinas de integración del Estado sueco y, tiempo después, recibieron su documentación. Ocho de ellos ni siquiera se movieron de Östersund. La Copa del Mundo de la CONIFA les había llevado a su nueva casa. A 5,500 kilómetros de sus familias y de la barbarie, las chozas humeantes y la desesperanza. “Han tenido que ajustarse a la vida en un ambiente totalmente distinto para ellos. Es muy frío. Nos envían imágenes y todo es blanco. Es el completo opuesto de lo que estaban acostumbrados en la frontera Chad-Sudán”, comparte Stauring. No todos están trabajando en algo relacionado con fútbol. Algunos estudian, como Youssouf Abdallah Mahamat y Mohammed Abobakir Shogar. Dos están contratados por el Östersund FK, club de la Primera División sueca, subcampeón nacional en 2015 y ganador del título de Copa en 2017. Uno es Mohamed Mahmoud. El otro, Moubarak.

"Es el mejor trabajo que he tomado. Siento que estos chicos son mi familia"

Mark Hodson

Hablamos directamente con Gabriel y le dijimos que queríamos quedarnos aquí. No podíamos volver al campo de refugiados. No queríamos volver a vivir eso. Él nos dijo: ‘Bueno, depende de ustedes. Si sus familias preguntan dónde están, ¿qué les voy a decir?’. Respondimos: ‘No tienes que preocuparte por eso. Sabemos que estarán orgullosos de nosotros si nos quedamos aquí. Queremos iniciar una nueva vida. Ayudarles desde aquí. Ayudar a iACT. Al final nos dijo: ‘Quédense juntos, cuídense’. Fuimos directamente a la oficina de integración. Recibimos permiso de quedarnos. Solicitamos el asilo y esperamos por largo tiempo, un año y medio. Todo empezó a mejorar después de eso. Para mí fue muy difícil al inicio, porque no podía hablar ni inglés, ni sueco. Cuando tenía que ir a la oficina de integración necesitaba de traductores. Al principio, la vida era demasiado aburrida, gris.

La integración me ayudó a conseguir trabajo. Desde 2016 estoy con el Östersunds OFK. Formo parte del staff. Estoy en los desayunos con los jugadores, estoy cerca de ellos, les ayudo en todo lo que necesiten. Cada vez me involucro más con el equipo. Hace tres años me dieron la oportunidad de viajar con ellos a un partido de Europa League. No juego; solo cuando falta algún jugador ocupo su lugar en el entrenamiento. Me siento muy bien ahora. Envío a Darfur, para mi gente, zapatos y uniformes para jugar fútbol. También junto dinero para la gente que sigue en los campos. Estoy muy feliz de trabajar para este equipo. Mi esposa llegó aquí en julio del año pasado. Ella también viene de Darfur. Ahora todo es perfecto. Es muy bueno tener a parte de tu familia aquí. Estoy muy agradecido con la vida que tengo ahora. Todos los días lo agradezco.

Gabriel Stauring, Moubarak Abdallah y Mark Hodson, Darfur United
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Gabriel Stauring, Moubarak Abdallah y Mark Hodson

Gabriel no ha podido seguir la pista de todos los jugadores que solicitaron el asilo en Suecia. Intenta ayudar a los que sí se mantienen en contacto; sobrellevan la carga de su decisión: todas sus familias permanecen en los campos de Chad. “Es un peso que tienen. Sienten mucha culpa por haber sobrevivido. Afortunadamente viven en un ambiente que es amigable y no tienen que preocuparse sobre comida y refugio. Pero saben que sus familias están allá. Lo que más les ayuda es sentir que tienen un propósito: contar la historia de sus seres queridos que siguen atrapados en Darfur”, afirma Gabriel. La situación en Darfur ha empeorado en los últimos días. Omar al-Bashir dimitió en abril de 2019 bajo la presión del mismo Ejército que siguió sus órdenes para devastar Darfur 16 años antes. En arresto domiciliario desde entonces, al-Bashir enfrenta cargos por genocidio y crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional. El gobierno de transición acordó en febrero entregar al exdictador al tribunal de La Haya para someterlo a juicio. El vacío de poder, no obstante, desató una nueva ola de violencia que se extendió hasta Darfur. A Gabriel le preocupa la situación: “Más de 4,000 personas han cruzado la frontera otra vez. A pesar de que hay un nuevo gobierno, Darfur aún está sumido en el caos y sin ley. Hay divisiones muy profundas que avivan la violencia”.

Moubarak vive en Östersund junto a siete compañeros de Darfur United y su esposa. Todos, en el mismo departamento. Todos, con trabajos y proyectos en puerta. Asegura no haber sufrido racismo y vivir en absoluta tranquilidad su nueva vida: “La gente es muy amable y nos ayudan en todo. Si les preguntamos por algo, siempre apoyan”. Gabriel revela que uno de los jugadores, Mohammed Nin, sí sufrió un ataque por su color de piel: “Traía una de nuestras playeras que decía Refugee United’ y lo asaltaron”, denuncia.

En mayo espera un nuevo desafío: la Copa del Mundo CONIFA 2020, con sede en Skopje, la capital de Macedonia del Norte. Y Darfur United estará ahí. Mark Hodson preparará dos campamentos de entrenamiento; uno en Los Ángeles, al que se integrarán a un aproximado de 10 refugiados de Darfur que se han establecido en Estados Unidos, y otro en Suecia, donde participarán Moubarak y el resto de sus colegas asilados en Östersund. La plantilla definitiva que volará a Skopje será una selección de los mejores elementos de cada ‘training camp’. Ningún futbolista de Darfur United en 2020 vive ya en los campos de refugiados. Al cuartel en EEUU llegará un refugiado proveniente de Canadá y dos de los residentes en Suecia para que ambos grupos, separados por más de 10,000 kilómetros, empiecen a conectar. La comitiva tiene planeado llegar a Macedonia dos días antes de la Copa para que el staff de Hodson pueda amalgamar a una plantilla que jamás ha jugado junta. Los darfuríes quedaron encuadrados en el grupo D del Mundial CONIFA, junto a Osetia del Sur, Cascadia (región del noroeste americano que comparten Canadá y Estados Unidos) y el representativo de la diáspora coreana de Japón. (El reportaje se realizó en marzo de 2019, antes de la cancelación del torneo por la pandemia del COVID-19)

En tanto ONG, iACT funciona con base en donativos. En sus primeros días de existencia, Gabriel debió invertir dinero de su propio bolsillo para impulsar su proyecto. Ahora, de cara al Mundial CONIFA, iACT y Darfur United buscan patrocinadores. “Justo ahora no tenemos financiamiento. Espero encontrarlo próximamente. Estamos trabajando recaudar fondos a través de redes sociales. Estamos cruzando los dedos para no depender de nuestras tarjetas de crédito”, anhela Stauring. El eje central es darfurunited.com; a través de la plataforma, el usuario puede donar 1, 2, 5, 10 dólares. Cada futbolista necesita de $4,500 USD para viajar a Macedonia, monto que cubriría su traslado, hospedaje y viáticos.

¿Cómo puedes donar a Darfur United?

- Ingresa a darfurunited.com

- En la parte inferior del sitio puedes elegir entre donar 20, 35, 50, 100, 500 dólares, o la cantidad que desees

- Procede al número '2' (Details) e ingresa tus datos

- También puedes apoyar a un jugador en específico. Puedes escogerlo dando clic aquí.

Epílogo

Más que fútbol. Darfur United es el triunfo de la voluntad. De la vida entre la atrocidad. Una señal de humo para no apartar más la mirada a lo que escapó de nuestros ojos; a no olvidar jamás a quienes nunca han sido recordados. “Es un vehículo para contar la historia. Es muy difícil hacer que la gente preste atención a refugiados, derechos humanos, genocidios. En 1994, cuando pasó lo de Rwanda, mucha gente como yo pasó de largo. El deporte da la atención. Pones una pelota en la imagen y la gente voltea a ver. Darfur United es una herramienta para que los jugadores cuenten al mundo sus historias. Emocionar. Invitar a las personas a participar”, cierra Stauring. “Es el mejor trabajo que he tomado. Siento que estos chicos son mi familia. Los hemos visto ir desde campos de refugiados hasta convertirse en asilados en otros países. Son buenos ciudadanos. Han pasado por muchos retos y dificultades. Han caminado por los desiertos de Chad y ahora viven en Suecia, felices. Ha sido un privilegio que me hayan dado la oportunidad”, se estremece Hodson. El drama en Darfur sigue. Pero el fútbol es una luz de esperanza entre los campos de arena.

Gabriel Stauring junto a jugadores de Darfur United
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La gente no sabe dónde está Darfur. O dónde está Sudán. La única llave es el fútbol. Es lo único que funciona. Cómo el mundo nos ve no es culpa de nosotros. A través del fútbol queremos hacerles ver de dónde venimos.

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