Mundial

AHORA O NUNCA PARA MODRIC

Con solamente cinco años de edad, el pequeño Luka Modric tuvo que sufrir los horrores de la guerra en Croacia, cuando presenció el asesinato de su abuelo. Pero “la vida y sus extraños caminos”, dirían en redes a manera de broma, lo llevó a esconderse con su familia en Zadar, donde años más tarde fue detectado por el director deportivo del NK Zadar, Josip Bajlo, quien lo recomendó y apoyó hasta convertirlo en un destacado juvenil que hoy está en la antesala del primer título mundial para su país y de recibir el reconocimiento al mejor futbolista del torneo.

Por cierto, creo que estoy de acuerdo con Ivan Rakitic respecto a que, pase lo que pase el domingo, el Balón de Oro al mejor jugador del Mundial debe ser para su compatriota y capitán de la selección croata, Luka Modric.

“Primero, creo que el jugador del torneo debe ser croata, eso es definitivo y nuestro capitán (Modric) lo merece. Sé que la gente de FIFA está al tanto y estoy seguro que los reporteros lo saben también, estoy seguro que estará en el 11 ideal”, dijo el jugador blaugrana, quien luego agregó que al final esos premios salen sobrando si logran levantar la Copa FIFA ante Francia. De acuerdo.

Los números de Luka dicen que suma dos goles con solamente cuatro disparos a puerta; ha intentado 443 pases de los cuales 368 fueron completos (99 cortos, 210 de media distancia y 59 largos); recuperó 30 balones y ha perdido 47; cometió 10 faltas y recibió 9. Pero más allá de las cifras, hay que verlo entregarse en la cancha, pelear cada balón, ordenar a sus compañeros, salir jugando y comer terreno a gran velocidad, como si se tratara de un jugador de más de 1.72 metros de estatura. He tenido la fortuna de verlo jugar, tanto en Liga como en Champions, con el Real Madrid, así como en su selección en dos Mundiales; siempre se entrega igual. No es el de los goles, aunque ya vimos que la mete y que puede hacer poemas como el que le marcó a Argentina, pero sin duda es, junto con el propio Rakitic, gran parte del corazón y los pulmones de Croacia. Tiene 32 años, llegará a Qatar (si se clasifican), con 36, para él es ahora o nunca.

¡AL CIRCO!

Hace una semana no tuve tiempo, pero este viernes sin futbol era ideal para lanzarme al Viejo Circo de Moscú y sí que lo hice.

No saben qué experiencia, primero porque me encontré con que la estrella del show es nada menos que el italiano David Larible, "el clown de los clowns", el payaso más famoso y copiado del mundo; segundo, porque la impresionante producción no le pide nada al Ringling Brothers y, tercero, porque en el fondo sigo siendo un niño de casi 51 años (por cierto alisten sus regalos, esta es la segunda llamada, segunda).

El circo está instalado en un auditorio permanente (muy bonito y cómodo), para unas dos mil personas y es dirigido por el famoso (localmente) payaso Yuri Nikulin. Para llegar al lugar, lo mejor es la Línea 9 del metro, estación Bulevar Tsvetnoy. Solamente las participaciones de Larible, quien por cierto ya ha visitado México varias veces justamente con el Circo Ringling Brothers, pagan el boleto (que va de los 500 a los mil 400 pesos mexicanos). Pero, además puedes disfrutar de acrobacias, coreografías gimnásticas, trapecistas y varios actos con animales. Si a caso, el de los tigres me parece que salió sobrando, pues sentí que la domadora medio los maltrató y no se veían nada contentos los felinos imponentes, pero sí que disfruté a los caballos, osos y perros. Lo escribo con respeto para quienes están en contra de su presencia en este tipo de espectáculos.

El lugar estaba repleto de turistas y si quieren conseguir buenas entradas, lo mejor es comprar los boletos desde México, por internet. A mí y a mis compañeros de mil batallas, el “inge” Betanzos y Paco el “produ”, nos tocó hasta arriba, desde donde disfrutamos todo a la perfección.

¡EN LA TORRE!

Después de comprar los boletos del Circo (de hecho tres de los últimos 10 que quedaban), teníamos tiempo suficiente para visitar la torre Ostánkino (en ruso: Останкинская башня), así que recorrimos tres estaciones de la línea verde, para ver Moscú desde las alturas.

Como estaba un poco lejos, caminando desde la estación del metro, tuvimos que aplicar el “a donde fueres haz lo que vieres” y le cortamos un poquitín atravesando por unas enormes vías de tren, como lo estaban haciendo todos los rusos que nos topamos en el camino.

Una vez que llegamos a la torre, pasamos dos rigurosos controles de seguridad, pagamos 990 rublos (ya con el 10% de descuento por la acreditación) y comenzamos a subir un elevador que contó 337 metros hasta el mirador.

La Ostánkino mide 540 metros totales (aunque el mirador está a los 300) y es la más alta de Europa, la cuarta más alta del mundo, solo superada por la Tokyo Sky Tree, la Torre de Televisión de Cantón y la CN Tower. Es, de hecho, el octavo edificio más alto del mundo y fue durante ocho años la edificación más alta del planeta y la primera en superar los 500 metros de altura. Su nombre viene del distrito Ostánkino de Moscú, donde está ubicada y se inauguró el 5 de noviembre 1967, así que soy poquito más de tres meses mayor que ella.

Un piso abajo del mirador tiene un restaurante rotatorio llamado 7th Heaven, al que no entramos por falta de tiempo (y de necesaria reservación), pero sí nos comimos un cuernito en la cafetería, que también gira para que disfrutes de la gran Moscú. Una chulada que deben visitar cuando vengan a Rusia.