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PYEONGCHANG 2018

¡Regino Hernández, histórico! Bronce olímpico tras 26 años

Nacido en Ceuta, residente en Mijas, el rider de snowboardcross llegó al bronce. España no ganaba medalla en unos Juegos de Invierno desde hace 26 años.

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¡Regino Hernández, histórico! Bronce olímpico tras 26 años
astv

Un motero, de pelos largos y barba cerrada, de nombre Regino Hernández, nacido en Ceuta, criado en Mijas, es el hombre que ha roto la maldición para España de 26 años sin medalla en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Lo hizo en Pyeongchang (Corea del Sur), a bordo de una tabla en una disciplina frenética como el snowboardcross, en la que llegar vivo a meta es un 50%, pero también ser el más rápido es importante. Regino lo fue, hasta convertirse en bronce en una final al límite, de supervivencia, que ganó el marciano francés Pierre Vaultier. Regino es el tercer medallista español de la historia tras Paquito y Blanca Fernández Ochoa, la última en ganar en 1992.

Regino contó antes de los Juegos que estaba en “el mejor momento físico y personal” de su vida. Además, él, procedente del freestyle, tenía un feeling especial con el circuito de Phoenix Park, lleno de saltos voladores y peraltes imposibles. El andaluz, que con cuatro años empezó con la tabla en Sierra Nevada, demostró su buen ‘flow’ en las calificatorias, donde hizo el tercer mejor tiempo. Eso le dejó una buena posición en el portillón. Le tocaba en las calles centrales. Ahora había que medirse con otros riders. En octavos entró tercero ajustado con el cuarto ("por un palmo no me quedé fuera", decía), pero a partir de ahí llegó el show de Regino Hernández, el outsider del equipo español a la sombra de Lucas Eguibar, esta vez fuera de combate por una caída en el primer vuelo. Durísimo. La lotería del snowboardcross es así (snowcrash se le llega a llamar), pero el andaluz había comprado muchísimos boletos para el éxito…

En cuartos arrasó, de nuevo haciendo honor a que es uno de los que mejor sale en la Copa del Mundo. Se desmarcó rápido y se libró de los problemas para entrar en solitario en primer lugar. Primera victoria. En semifinales, más de lo mismo, salida impecable y llegada en solitario. Lo que parecía una medalla remota cogía cada vez más fuerza. Regino ya no era un outsider, era un más que firme candidato al podio… A romper la maldición de los 26 años. A hacer historia en los Juegos Olímpicos de Invierno para España. A entrar en el Olimpo de los Fernández-Ochoa. Tenía tacto en la tabla, fortuna y habilidad, quedaba por ver si aguantaría la presión en la final… Aguantó.

La cita decisiva estaba llena de ‘perros viejos’ de la tabla. Los australianos Hughes y Pullin, Baumgartner y, sobre todo Vaultier. Regino, por currículum, era el menos laureado, pero manejó la tabla con muchísimo oficio. Libró caídas y se quedó en un terceto de podio. Vaultier, Hughes y él. Así entrarían en meta, con el bronce para Hernández, que lloraba de emoción con la grada, en la que estaba Lucas Eguibar, un poco más feliz tras ver a uno de su ‘familia’ subir al podio. Atrás quedan miles horas de viaje en Austria, Suiza, América… el tiempo en el que Israel Planas les enseñó a montar en tabla desde cero para colocarlos en la élite mundial. El año pasado, su entrenador falleció y Regino en el podio miró al cielo acordándose de ‘Isra’ y a su amigo Ángel, fallecido hace tres años en Sierra Nevada sobre la tabla. Por él era el número VIII del casco. Eran sus terceros Juegos tras Sochi 2014 y Vancouver 2010, a los que llegó siendo un chaval con Javi Fernández. Ahora esos dos teenagers de entonces son los encargados de devolver al deporte español a un podio. Regino ha cumplido su parte del trato. Queda Superjavi

Hernández escribe una página única en el deporte de invierno para España, que hasta ahora sólo conocía el oro de Paquito en Sapporo 1972 y el bronce de Blanca, en Albertville 1992, dos hermanos, dos esquiadores alpinos. Los tiempos cambian. Ahora la medalla llega en una tabla de snowboard, en una disciplina extrema y la trae un chico criado en la Costa del Sol, que llegó a la nieve porque su padre tenían una tienda de deporte extremo, con las manos llenas de anillos y que monta en Harley Davidson.