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Super Bowl LII

Los Philadelphia Eagles: El Frankenstein que llegó al Super Bowl

La capacidad de adaptación de los Philadelphia Eagles fue puesta a prueva durante toda la temporada, el Super Bowl LII no será la excepción.

PhiladelphiaActualizado a
Los Philadelphia Eagles: El Frankenstein que llegó al Super Bowl
Rob CarrAFP

El naturalista Charles Darwin habla en su teoría de la evolución y la selección natural de la supervivencia del más apto. Los Philadelphia Eagles lo harían quedar bien.

En una liga como la NFL, no hay un solo equipo que no haya sufrido de lesionados en su plantel. Es la manera en la que respondes a esas bajas, cómo llenas los huecos vacíos lo que marca la diferencia.

Los mismos Patriots sufrieron bajas que, para muchos serían devastadoras, como la de Julian Edelman en la pretemporada y la de Dont’a Hightower quien solo jugó cinco partidos en la temporada. Pero los Eagles llevaron su capacidad de supervivencia un paso más allá en su camino al Super Bowl.

Un equipo podrá adaptarse a la pérdida de un receptor, un corredor, en algunos casos de un quarterback y poder tener una temporada exitosa. Philadelphia tuvo que recuperarse de todo eso y más para llegar al Super Bowl por primera vez en 13 años.

Los retos de adaptación de los Eagles comenzaron desde el primer juego de temporada, cuando perdieron al pateador Caleb Sturgis y tuvieron que poner todas sus esperanzas en un novato como Jake Elliott, quien respondió con buenos dividendos.

En la semana tres perdieron al versátil running back Darren Sproles por desgarre de ligamentos en la rodilla, quitándole a la ofensiva un arma de doble filo y maltratando equipos de fantasy en todo el mundo. Eso provocó que tuvieran que adquirir en un cambio a Jay Ajayi, quien tuvo que aceptar el papel de dividir acarreos con LeGarrette Blount apenas un año después de ir al Pro Bowl con Miami.

En la semana siete cayeron otros dos titulares de Philadelphia. Su mejor liniero, el tacle izquierdo Jason Peters (dos veces All-Pro) y su linebacker medio Jordan Hicks. Sin embargo, el equipo se mantuvo ejecutando a un elevado nivel pese a las dos sensibles ausencias.

La prueba de fuego, desde luego, fue la lesión en la rodilla del quarterback Carson Wentz, quien hasta el momento de la lesión en la semana 13 se mantenía como un serio aspirante a MVP. Nick Foles tuvo que ocupar su lugar y desde entonces el equipo tiene marca de 4-1.

En el caso de Foles en particular, y de la ofensiva en general, la presencia del coordinador ofensivo Frank Reich ha sido invaluable. Reich fue un quarterback suplente en su carrera, pero alguien que siempre supo responder cuando el titular no estaba disponible, como bien lo recuerdan los Petroleros de Houston, a quienes les remontó una diferencia de 35-3 al medio tiempo en la ronda de comodines de 1992.

No fue nada nuevo para Reich, quien en su último con la Universidad de Maryland en 1984 ingresó al medio tiempo de una paliza de 31-0 ante los Hurricanes de Miami y salió del Orange Bowl Stadium con una victoria de 42-40.

Es claro que Reich ha dejado en Philadelphia un sello de siempre estar preparados, nunca darse por vencidos y no tomar en cuenta los pronósticos. Adaptarse para sobrevivir.