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Carolina Panthers

Todo el odio que cabe en un artista como Cam Newton

El quarterback de los Carolina Panthers se enfrenta a, probablemente, el año más crucial de su hasta ahora imponente carrera deportiva.

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Todo el odio que cabe en un artista como Cam Newton

El 7 de febrero del 2016, y ya entrada la noche, del Levi's Stadium de Santa Clara, California, Estados Unidos, salía un hombre derrotado. La justicia y la lógica dicen que lo que salió derrotado fue un equipo al completo, los Carolina Panthers, con todos sus jugadores, entrenadores, directivos, propietarios y aficionados incluidos en el mismo paquete, pero como somos de personalizarlo todo hasta extremos enfermizos nos centramos en señalar como derrotado a Cam Newton en singular. Así es el mundo genérico de la NFL, que cuando no quiere profundizar en exceso se queda con el quarterback y le pone la victoria o la derrota en su currículum y carretera y manta.

Si eso es cierto casi en cada ocasión, más aún en un caso como el de Cam Newton. Para bien y para mal, ha sido el único protagonista de su existencia deportiva y el centro absoluto de los halagos y las críticas. Nunca lo ha rehuido y, por lo tanto, en el pecado lleva la penitencia. Campeón de la NCAA con Auburn, Heisman Trophy, número uno del draft, salvador de los Carolina Panthers, campeón de la NFC 2015, MVP... nunca dijo no a tanto aplauso y nadie pidió matices o argumentos para señalar que esas cosas no llegan sólo por su capacidad individual. Por lo tanto, derrotado en una Super Bowl le pega como anillo (perdón) al dedo.

Sucede que, además, su personalidad colorida, petulante, excesiva, no se tolera por una notable parte de los aficionados. No me digáis por qué, porque no tengo ni idea, pero a mucha gente le caen mal los tipos que no parecen tomarse demasiado en serio las cosas. Esa mezcla de chulería y capacidad para hacer el payaso, cosa que digo sin ninguna connotación peyorativa, le ha hecho ser el contenedor de odio más grande de la actual NFL.

Eso y, claro, el comportarse como un chiquillo enfadado en las derrotas. O el utilizar las ruedas de prensa para quejarse de recibir muchos golpes ilegales que, más allá de que tenga razón o no, algo que no es el objeto de este texto, enfurece a los seguidores del football, nada dados a tolerar el lloriqueo.

Por todo lo anterior, Cam Newton salió derrotado del campo en la Super Bowl 50. No sólo por perder el partido. No sólo por ser el póster de aquella final por el fumble que le forzó Von Miller. Sino porque él mismo lo entendió así, mirando a su propio ombligo, y la masa de sus detractores se lo subrayaron, mirando a ese mismo ombligo.

Es por eso que la temporada 2016 tuvo un aire melancólico en los Carolina Panthers. Ni siquiera reconocimos a Cam los que consideramos que es un artista, un tipo genial y un jugador de football monumental. Flaco favor haría a esta historia señalar que la línea ofensiva se hundió, que el juego de carrera pereció con los problemas físicos de Stewart y el propio Newton, que el cuerpo de receptores se evaporó, que la pérdida de Josh Norman trastocó la defensa hasta hacerla irreconocible... así que me lo guardo. Que estamos hablando del QB, hombre ya.

De un hombre que se toma las cosas tan a pecho y sale derrotado de una Super Bowl se puede esperar, y perdonar, un periodo de reflexión. Eso sí: se acabó. Se terminó. Es ahora, a sus 28 años de edad, y tras sufrir el verdadero primer revés serio de su carrera (el segundo si nos saltamos el contexto y la explicación racional, y ya que estamos en esa línea vamos a seguir así, para decir que no pudo quitarle la titularidad a Tim Tebow en Florida y huyó del programa), cuando debemos exigirle estar ante el momento crucial de su vida como deportista: el año del renacimiento.

Cam Newton ha de volver a ser él mismo. En el draft le han comprado dos juguetitos, Christian McCaffrey y Curtis Samuel, que van a cambiar el ataque de los Panthers de manera radical. Desde que el QB entró en la liga ha sufrido 922 sacks, una cantidad descomunal a la que no se acerca ningún otro pasador de la competición pero ni de lejos, así que en la dirección deportiva entendieron que no sólo con OL iban a cambiar esa dinámica y lo que han hecho es inventarse un juego corto que no tenían, que no existía. Preparaos para verles en rutas de 4-5 yardas, preparaos para verles en el backfield resucitando la option con el propio Newton.

En el campo, todo apunta a que la alegría va a volver. En esa dirección se encaminan al menos, que luego los resultados dependen de mil factores. Pero no estaría hablando de Cam Newton si sólo hablásemos del campo ¿verdad? No, para solaz de sus detractores, y también de sus seguidores, estamos viendo de vuelta al artista. Así lo ha dejado claro en el trailer (¿¿??) de su fiesta de cumpleaños, en las fotos de Instagram que le hace un fotógrafo personal, en la renovación del contrato de su sombrerero personal (¿¿¡¡!!??) y en los trajes con los que sigue demostrando que es un padrazo.

2017 es un año esencial en la vida deportiva de Cam Newton. Ha probado la más amarga de las derrotas y ha pasado un año de tinieblas en las que le costó ser él mismo. Es el momento de demostrar, o no, que es grande de verdad. Pruebas tenemos de que fuera de la cancha ha recuperado la actitud, y el equipo se ha comprometido a recuperar esa misma alegría vital en el ataque. No puedo esperar a comprobar qué ocurre con el odiado artista Cam Newton.