Brizuela y 'La Chofis' convierten la maldición puma en pesadilla
Las Chivas no dejaron respirar a los Pumas y golearon con doblete de Brizuela y firmas de Pineda y "La Chofis". Universidad acumula 34 años sin ganar en Guadalajara.
1982. García Márquez agradecía a la Academia del Nobel, Argentina se inmolaba en las Malvinas, Rossi enarbolaba el 'catenaccio' en España, Michael Jackson iluminaba los adoquines con sus zapatos en calcetín blanco. Manuel Negrete surge entre el bosque rojiblanco; la pelota descendiente, casi muerta. Negrete deja que su cuerpo se venza por la gravedad mientras su pierna derecha se estira para alcanzar al cuero, que seguía su caer lento, ingrávido. El empeine alcanza la pelota, que impulsada con fuerza viaja furibunda hacia el rincón bajo de la meta. Gol de años. Gol de hemeroteca. Gol que, 34 años después, no caduca. Porque las remembranzas, sobre todo las que no se han vuelto a repetir, lejos de extinguirse, reverdecen. Año con año.
El gol de Negrete, gritado en tiempos de teletipo y pantallas curvas, ha cobrado propiedades de espíritu maligno para la Universidad. Las Chivas, un equipo que no está de verbena, armó un carnaval y se ensañó con los temores que perturban a la feligresía auriazul. De ello va el carnaval, precisamente: celebrar a los espectros, cebarse con los miedos, reírse de ellos. Una suerte de Halloween en abril.
La noche pintó para pesadilla para Universidad desde el primer espanto del Rebaño: Salcido increpó a Palacios con un cabezazo amenazante. El 'Pikolin', cara de pavor, no se repuso del sobresalto. Orbelín Pineda prendió fuego al felino: balazo desde la frontal ensuciado por la barrida de Alcoba. El uruguayo, instantes después, montó un juicio en el campo de juego para mandar a Salcedo a prisión por cargos de imprudencia. Hernández desestimó el recurso. Poco después, Brizuela clavó la segunda estaca tras un desborde de Cisneros. Herrera, con un tiro bloqueado por Pereira, representó el primer impulso universitario en el partido. Era cierto, vivían. Pero en estado de coma.
No aminó el acoso chiva en el complemento. Todo lo contrario. De persecución se convirtió en carnicería. 'Memo' Vázquez siguió sin dar con la tecla mientras Ruíz y Cortés perdían cada duelo con Orbelín y el 'Gullit'. Fue Peña una resurrección de su símil holandés. Una posesión que le ocurre cada cuando. Los Pumas, apresados por el pánico, no pudieron con el embrujo; el corazón se les detuvo. Ya era demasiado. El espíritu de Negrete rondaba y el 'Gullit' mutaba en el original. Ocurrió que Brizuela enfiló hasta los aposentos de Palacios y le disparó a la yugular. Todo, digamos, gracias a Verón; cabezazo de despeje fallido y marca infructuosa sobre Zaldívar, quien cedió a Brizuela el cuero con la cabeza. El partido terminó a 16 minutos de su final con una sinfonía a la que 'La Chofis' puso el acorde final. Tocata y fuga: pase atrás, pase lateral, pase adelantado; muletazo y banderillazo. Verón sigue buscando la prótesis de su cadera.
La única atajada de Palacios (a tiro de Brizuela) y una plegaria alta de Cortés fueron meramente testimoniales. A los Pumas les seguirá perturbando el espíritu de 34 años atrás por, al menos, seis más. Eso decimos, por mera clemencia periodística. Pero sabemos que cuando el ánima tiene sed de pavor, no descansa hasta exprimir la última gota de cordura del pesaroso.