México se despide el Mundial de Basquetbol con victoria sobre Jordania
Los ‘12 Guerreros’ apelaron a su casta (y a su batería de triples), para someter con apuro a Jordania. 2-3, la marca en el Mundial que le acerca al preolímpico.
México terminó la aventura por Filipinas con una sonrisa. Agridulce, pero sonrisa al fin. Salió el sol tras el tifón. El quinteto titular, con pleno de doble dígito, volvió a responder para reducir al mínimo los daños de Hollis-Jefferson. Y terminar con nota alta el Mundial. Sin altos porcentajes, más que de tres (43%), México conjuró a la amenaza jordana y se marchara del archipiélago con la frente en alto. Qué lejos queda el martes. Qué dulce es la victoria, la cuarta en 48 años en un Mundial FIBA. Qué lastima que todo acabó.
Dos triples de Girón abrieron boca. Después de bregar por más de 15 años, por fin había obtenido su recompensa en la victoria ante Nueva Zelanda. Sus lágrimas eran de alivio y coraje. De guerrero. Un parcial de 2-10 obligó a Al-Sous a revaluar su planteamiento. México, como en la víspera, había pisado el parqué con energía extra. Pocos impulsos más poderosos para el alma que un corazón dañado. El mate sísmico de Ibarra confirmó la superioridad de México, aunque la primera aparición del Kobe Bryant jordano, Hollis Jefferson, orilló a Quintero a apretar tuercas: las rotaciones defensivas aún no estaban del todo sincronizadas. Luego, México intentó controlar a Jefferson con ’small ball’ (Méndez, Stoll, Girón), pero el exNBA nació con ese histrionismo de las estrellas. Menos mal, los tiros libres son su kryptonita. La penetración de Hamarseh, indefendible para Gael Bonilla, precipitó el final del primer cuarto con paridad (24-24).
Solución momentánea: doble marcaje a Jefferson. En la mayoría de las ocasiones, a cargo de Paco Cruz. Funcionó por un momento. El problema es ahora al sonorense no le entraban los triples. 0/3 hasta entonces. Jorge Gutiérrez, veterano de mil duelas, sí poseía esa dinamita. Jordania se redujo al tiro a distancia, que no es poca cosa sí está afinado, y México que debía agotar el repertorio para enmendar el Mundial. Oxidado Cruz desde el perímetro, Stoll tomó el encargo. 37-40. En un abrir y cerrar de ojos, Hawwas se abrió paso en otra rotación fallida hasta servir una bandeja que supuso la primera ventaja jordana de la noche. 41-40. Jaimes puso a México otra vez en los controles desde el paredón, y Quintero optó por Gutiérrez y Bonilla para defender la última posesión del segundo cuarto. Hawwas no falló en la línea y un nuevo empate (43-43) encaminó a los equipos a los camerinos.
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El porcentaje de efectividad mexicano cayó hasta 42%, derivado de los problemas en la pintura y el triple. Hasta el momento, claro. Y Quintero aún no hallaba la clave para contener a Jefferson. El partido se tenía que ganar desde la ofensiva. No quedaba otra. Bzai y Stoll intercambiaron triples para que el partido mantuviera la misma tónica: anulación mutua. Paco por fin encendió las redes después del goaltending de Holliis-Jefferson a Girón. Después, la versión beast de Stoll evitó que los ‘12 Guerreros’ le perdieran el compás al partido. Bote bravo, certero en los controles, valiente en el uno-a-uno, e insoportable para los jueces, naturalmente. Es su esencia. Estaba en su caldo. Stoll time.
Stoll retó a Hollis-Jefferson, en palabra y en acción, tras su cuarto triple. Envalentonado, ensayó otro desde el logo. Cuando México parecía encaminar el cotejo, Kanaan, con un jumper limpio, levantó a Jordania. Jaimes superó la barrera del doble-doble con un tip bajo el aro antes de una flotadora de Hollis-Jefferson que justificó su apodo; nadie como Kobe para esas argucias. No le quedó más (y menos mal, 26+8+10). Girón, con su clásico triple escorado (21+4+6, 4/6), convirtió el último minuto y medio en asunto de dos posesiones. La luz al final del túnel. El sol después del tifón. La sonrisa agridulce de triunfar, de cerrar el puño después de un trauma. Stoll y Girón, enfrentados en el tercer cuarto, sellaron la paz y la tranquilidad. Quintero resopló aliviado por la zona mixta. Una sonrisa y un apretón de manos. Un triunfo de guerreros. De orgullo.