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El mexicano que más lejos llegó en el Mundial de Basquetbol

Curtido en las duelas callejeras de Tijuana y, después, en la LNBP, el árbitro mexicano será uno de los tres oficiales en la final Alemania-Serbia.

Omar Bermúdez, nacido en Tijuana, no ostenta la historia prototípica del árbitro vocacional. Él empezó como jugador. Sus deseos pasaban por tener la pelota en las manos. Las vueltas del destino lo llevaron en dirección opuesta. A la cima de esa dirección opuesta. Mañana, el bajacaliforniano será uno de tres oficiales en la final del Mundial FIBA que disputarán Alemania y Serbia en Manila. El final de un camino al que llegó casi por accidente. Previo a su histórica actuación en la cita mundialista, Bermúdez atendió a AS.

- ¿Cómo empezaste en el arbitraje, Omar?

Es una historia medio compleja, porque empecé jugando basquetbol desde que estaba en primaria y secundaria. Tuve carias experiencias jugando, así a la par, mientras estudiaba y jugaba hacia arbitraje. Así fue como empecé, hasta que tuve que tomar la decisión de dedicarme al arbitraje profesional a tiempo completo. José Reyes Ronfini me convenció de me cambiar de bando al arbitraje. Como todo árbitro, empecé en las canchas de barrio, canchitas al aire libre, con categorías infantiles, hasta que el mismo círculo te va llevando a conocer personas que están involucradas en otros niveles. En este caso, conocí a algunos árbitros que ya trabajaban en la LNBP, en CIBACOPA, y te van jalando, te van motivando. Inicialmente, no tenía la intención de ser árbitro; yo quería seguir jugando, pero continuar el sueño de jugar profesional es muy difícil. El mismo círculo me fue llevando a involucrarme en la LNBP. Actualmente, sigo en la liga, como parte de staff, con menos disponibilidad que antes, pues ya voy para mi decimotercera temporada.

- Ya con licencia en LNBP, ¿cómo escalaste hasta llegar a las latitudes FIBA?

Al conocer a José en aquel entonces, en 2010-2011, se buscaba hacer un cambio generacional en arbitraje. Junto con algunos otros árbitros, nos colocaron en la comisión para obtener una licencia internacional y así fue como me fui involucrando. Hasta 2013 hice mi primer evento FIBA: una U-16 en Cancún. Fui escalando y en 2016 estuve en mi primer Mundial; en 2019, mi primer Mundial de mayores; después, los Juegos Olímpicos en 2021. Y, ahora, este Mundial.

- ¿De qué depende para que FIBA te seleccione para sus competencias?

Una vez que es adentro del ámbito profesional, todo va apegado a la federación, en este caso ADEMEBA. Cuando me hice profesional, se tenía una cantidad ilimitada de árbitros internacionales. El sistema cambió y ahora hay una cierta cantidad de espacios disponibles, para hombres y mujeres, y esto determina tu participación como país, aunado al éxito que tiene tu país en eventos internacionales.

- ¿El haber jugado, haber experimentado esa sensación en la duela, conocer los entresijos del juego en sí, los ritmos y las dinámicas, te aportó un extra para que se te facilitara arbitrar?

Definitivamente, te da una orientación más fácil que a otros. No siempre es garantía que el hecho que hayas jugado profesional te permita ser un excelente árbitro, pero sí te ayuda a procesar jugadas, a entender el sistema en que se juega y adaptarte a lo que está pasando. El haber jugado sí me benefició un poquito al no verme sorprendido por lo que estaba viendo, pero no es una garantía. El proceso del árbitro siempre va a ser diferente y, al final del día, no es más que información que utilizas para tu beneficio mientras estás en la cancha.

- ¿Cómo eres como árbitro? ¿Dejas fluir el juego? ¿Te gusta hablar con los jugadores? ¿Mediar con los entrenadores? ¿Cómo es tu estilo?

Conforme va pasando el tiempo, creo que el perfil de cada árbitro va cambiando. Hoy en día, soy un árbitro más relajado, más tranquilo, capaz de poder desarrollarme con las palabras, con la interacción con los entrenadores y jugadores. Hace cinco años era un árbitro que estaba en proceso de crecimiento y lo que yo quería era demostrar, hacerme ver, controlar todo; a lo mejor era más emocional, gritaba y discutía con los jugadores. Ahora, soy capaz de poder relacionarme de la forma apropiada con ellos sin tener que llegar a una penalización fuerte, a menos que lo amerite.

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- La labor de los árbitros es muy complicada porque siempre están expuestos al escarnio público. ¿Cómo lidias con ese estrés? ¿Cómo sobrellevar el hecho de que siempre serán señalados y, en muchos casos, son los chivos expiatorios de clubes, equipos, prensa, jugadores?

Es complejo. Creo que al final del día atraes lo que piensas. Se trata de no tenerle miedo al error. Tenemos que hacer parte el error de la vida del deportista, del atleta y también del árbitro. El árbitro sabe que también se puede equivocar. Al menos, hablando de forma personal, trato de mantenerme alejado de todo aquello que me pueda incomodar el pensamiento, redes sociales, noticias y este tipo de cosas que impactan tu forma de ver y pensar. A final del día, no salgo a la cancha sin pensar que me puedo equivocar, porque tan pronto empiezas a pensar en evitar el error, el error llega más rápido.

- Pero luego hay trabajos arbitrales buenos. ¿Cuál es aquel partido del que más te sientes satisfecho, u orgulloso? Aquel partido que, cuando concluyó, dijiste “qué bien lo hice”...

Hay bastantes. Creo que el que más memorable fue el Australia-España, semifinales del Mundial pasado (China 2019, victoria 95-88 para España en doble tiempo extra). Lo tengo muy presente. Me gusta verlo. Es el que más frecuento en redes sociales; lo veo de vez en cuando en YouTube.

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