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CAPITANES CDMX

Capitanes CDMX deja vivos a Río Grande Valley Vipers y se complica los playoffs

El equipo de Ramón Díaz dejó ir sendas ventajas en el último minuto del partido. Incluso tuvo la victoria en la prórroga, pero los Vipers no perdonaron.

Ciudad de México
Capitanes CDMX perdió 118-121 con Rio Grande Valley Vipers en la NBA G League
Capitanes CDMX

Lo tuvieron en la mano. Una, dos, tres veces. Capitanes de la Ciudad de México dilapidó un partido que llegó a ser placido y terminó en pesadilla. De esta sólo se sale en terapia psicológica. Los Vipers, apenas efectivos (43.1% de campo), resolvieron en tiempo extra y los capitalinos, abatidos pese a los esmeros de Ethan Thompson y Iverson Molinar (26 y 23 cada uno), arrugaron el boleto a los playoffs. Del primer al último segundo, la guerra no tuvo cuartel en la Arena CDMX. Partido esquizofrénico del que quedarán secuelas: físicas y psíquicas.

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Los Vipers pidieron clemencia al cabo de dos minutos. Wheeler y Faried pusieron los primeros puntos sobre la mesa. 6-0. Con un triple de Culver, la visita reestrenó el partido (12-12). La réplica, del mismo autor, otorgó certezas: el 6-0 inicial fue un espejismo. Los Vipers comandaron por segundos, hasta la bandeja de Ruan Miranda. Después, Lewis y Wheeler se combinaron para un brutal alley-oop que arrancó a la afición de sus asientos. El intercambio duró hasta el final del primer cuarto (37-33). El doble bloqueo de Iverson Molinar inspiró una de esas clavadas atronadoras de Kenneth Faried, una secuencia prodigiosa para que Capitanes cosechara su máxima diferencia a favor (46-37). Siguió desatado Molinar; ahora, con asistencia estilo Chris Paul para que Wheeler definiera el mate. Del 56-43 al 63-63 en un abrir y cerrar de ojos. El obús de Samuels canceló las buenas obras capitalinas, aunque Ethan Thompson arregló las sensaciones con un ‘jumper’ ingrávido. El inconmensurable triple de Lecque añadió suspenso al entretiempo. 67-66.

Los del Valle volvieron a la ventaja gracias a la puntería de Culver vía paredón. Molinar comenzó la cruzada, pero Culver, una versión G League de Andrew Wigginis, estaba en la zona. 78-86. Un nuevo triple de Ethan Thompson revivió a Capitanes. El triple recto de Molinar, panameño encendido, puso el partido al fuego. La subsecuente asistencia de Thompson y la volcada, corte al aro de por medio, de Wheeler, devolvió el alma al cuerpo de los Capitanes. 92-91. El incombustible Faried inició el duelo a navajazos. Toma y daca, como en el primer periodo. Triple de Wheeler, layup de Spalding, triple de Molinar. Partido superlativo. 100-98. El duelo se instaló en la angustia: cada canasta parecía crítica, definitiva, cardíaca. Ocurrió que, en manos de Molinar, Capitanes siempre encontró sosiego: con el aclarado a la entrada de la llave siempre carga hacia su derecha y emboca con la mano cambiada. Mitchell nunca se la aprendió.

Los Vipers se atascaron en 100 puntos por más de cuatro minutos. Molinar y Faried se encargaron de mantenerlos a raya (108-100). Thompson colocó el partido a tres posesiones a falta de un minuto (110-104), pero dos triples en menos de 10 segundos de Culver, perdida de Molinar mediante, desató el surrealismo. Deporte ráfaga, deporte delirante. La flotadora de Culver murió desgarradoramente en el hierro, pero el rebote de Thompson no otorgó ninguna tranquilidad: el puertorriqueño falló sus dos intentos desde la línea de libres. Acto seguido, muy pronto, obtuvo revancha. No más de tres segundos. Ahora sí atinó, ambos. Deporte ráfaga, deporte delirante. 113-110. ¿Faltaba algo? Sí, con cuatro segundos en el cronómetro, Wheeler arrasó las manos de Samuels, quien procedía a armar el triple. El castigo fue severo. 113-113. El balón se le quemó en las manos a Wheeler y la noche se prolongó hacia la prórroga.

Siete puntos, sin límite de tiempo. Capitanes jugaba por su vida, y por mera salud y estabilidad mental. Los playoffs no aguardan por nadie. Después, la locura tomó por asalto la Arena CDMX. El ritmo del partido superó el tiempo para procesar la escritura: Lewis sentó a Samuels, cuya canasta habría finiquitado la noche; en el rompimiento, Thompson quemó las redes con el sniper que tiene en brazos. El partido ya no obedecía a ninguna secuencia lógica. Esto no hay quien lo escriba. King marró un tiro libre y los jueces otorgaron una vigésimo octava oportunidad para Capitanes: la mano de Hinton había impulsado la pelota hacia fuera. Pero no sirvió de nada. A Capitanes no le gustan las oportunidades, mucho menos las segundas. El triunfo se quedó en el hierro, con los tiros en trágica seguidilla de Thompson, paso retirada, y King, ‘jumper’ de trámite. Samuels, imperial (31+4+7), bajó el último tablero y el rompimiento de Lecque resultó catastrófico. 118-121. La Arena CDMX enmudeció. Una canasta como una daga al corazón. Y quedarán secuelas.

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