Matías Almeyda, un ejemplo de la necesidad de la salud mental en el deporte
El técnico argentino recordó la depresión que lo llevó a dejar el fútbol en el Inter, y explicó cómo hoy acompaña a sus jugadores desde una mirada también psicológica.
El exdirector técnico de Chivas, actualmente al mando del Sevilla FC, Matías Almeyda, sorprendió a la prensa en conferencia al ofrecer una mirada profunda a su propia historia de vida. Con una honestidad brutal, el estratega argentino compartió las duras lecciones que la vida y el fútbol le han enseñado, revelando una faceta de mentor y psicólogo que rara vez se ve en los banquillos.
Almeyda, reconocido por su exitoso paso por las Chivas de Guadalajara, donde conquistó cinco títulos (una Liga MX, dos Copas MX, una Supercopa MX y una Liga de Campeones de la Concacaf), se mostró transparente al hablar de la depresión que sufrió en su época de jugador en el Inter de Milán. “Sufrí bastante”, confesó, admitiendo que en un momento de gran angustia le dijo al presidente del club, Massimo Moratti, que no deseaba continuar jugando, a pesar de tener dos años de contrato por delante. “Mi vida ha sido así, sin vender humo”, sentenció.
El técnico relató que tras dejar el fútbol, sufrió una “gran depresión” y decidió aislarse en el campo para trabajar con vacas. “Me fui al campo a trabajar con vacas”, dijo, demostrando que la desconexión total fue su manera de sanar. A sus 30 años, se había retirado porque “no tenía ganas de fútbol”, pero a los 35 regresó a la cancha, una etapa que describió como “la mejor de su vida”.
Con una reflexión cruda sobre la vida del futbolista, Almeyda explicó que esta dura experiencia fue la que lo motivó a convertirse en entrenador. “Cuando se deja de jugar, el 95% de los jugadores al día siguiente el teléfono no les suena nunca más”, afirmó, “los amigos no tienes, te llaman de vez en cuando para un reportaje...”. Y añadió una de las frases más impactantes: “Fui amigo de Maradona, si le pasó a él le pasará a todos”. Un entrenador con sensibilidad psicológica.
El técnico de Sevilla explicó que esa experiencia lo marcó para siempre y lo llevó a enfocar su labor de otra manera: “La presión es que te vean tirado como un perro y que nadie entienda. Muchas veces en el mundo estamos en ese análisis del ser humano sin conocerlos, sin saber lo que piensan o sienten. Me he convertido en psicólogo desde que soy entrenador. Detecto al depresivo, al que durmió mal, al que le abronca que no lo ponga. Por eso me voy a volcar”.
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En la misma línea, añadió: “Me convertí en una especie de psicólogo: detecto al que durmió mal, al que está enojado porque no juega o al que está deprimido, y trato de acompañarlo. A veces funciona y otras no, pero es parte de lo que aprendí de mi experiencia”.
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