Las imposibles cuentas de Qatar para construir el ‘Mundial perfecto’
El proyecto qatarí rumbo a 2022 data desde mediados de la década de los 2000. La concesión del Mundial es una de las polémicas más grandes de historia.
Qatar 2022 marcará un hito en la historia de las Copas del Mundo. La primera en un país de mayoría musulmana. La primera en Medio Oriente. La primera en noviembre y diciembre, a media temporada futbolística, en pleno otoño boreal y a días de Navidad. La última con 32 equipos. La más pequeña en extensión territorial. Y, también, la más fiscalizada. Su polémica concesión, el 2 de diciembre de 2010, aún tiene repercusiones y reacciones, 12 años después. A partir de la decisión del Comité Ejecutivo de la FIFA se sucedieron el FIFAgate, la dimisión de Blatter, el arresto y enjuiciamiento de al menos 38 directivos y empresarios ligados al fútbol internacional, y una reconversión de los estatutos de FIFA. El Mundial más anticipado de la historia iba a tener demasiadas historias, no todas (casi ninguna) halagadora.
Qatar tenía una tarea titánica por delante. El Mundial más controvertido de los tiempos, el único del que hay numerosas constancias (el ‘Informe García’, sobre todos) que comprueba que nació fruto de la corrupción, necesitaba una inversión tal para, al menos, equilibrar el relato. A la magnitud del escándalo, misma respuesta organizativa. El Mundial sería tan grande como sus irregularidades. Ocurrió que Qatar tiró la casa por la ventana. Es ya el evento deportivo más costoso desde que se tiene registro; según Hassan Al Thawadi, presidente del Comité Supremo de Entrega y Legado de Qatar 2022, citado por Deutsche Welle, el gasto total de organizar del Mundial ronda los 200 mil millones de dólares. De ello, 10 mmdd cubrieron la construcción de los estadios. Más caro resultó la renovación y expansión del metro de Doha, la capital qatarí, infraestructura que conectará a los ocho estadios: 36 mil millones de dólares. Según un análisis de Andrew Zimbalist en Sportico, Qatar habría invertido casi un 10% de su producto interno bruto. Cerró Zimbalist en su texto que tales cifras solo pueden ser posibles en un país no-democrático.
FIFA ha destinado aproximadamente 1,696 mdd en la Copa del Mundo del Medio Oriente, de acuerdo a su informe anual de presupuesto 2022. La mayor parte de ese total (26%, 440 mdd) corresponde a los premios que la Federación entregará en metálico a cada federación participante. 322 (19%) constan en gastos operativos: transporte, gestión de entradas, seguros, eventos comerciales, transporte, servicios jurídicos, comunicación, logística, etcétera. De acuerdo a FIFA, la proximidad de las sedes y la modernidad de la vías de comunicación y transporte del país le ha permitido economizar la operación del torneo.
Visión 2030
El Mundial de Qatar forma parte de un proyecto de marca país a largo plazo. Vision 2030 planea poner al emirato a la vanguardia tecnológica y geopolítica. El fútbol es parte central de Vision 2030. La Academia Aspire, fundada en 2004, tiene como objetivo cultivar talento, especialmente balompédico, y exportarlo a las mejores ligas del mundo. El Mundial de la FIFA es la joya de la corona del plan. A partir de ella, Qatar terminaría por convertirse en un país de primer mundo y adoptaría un rol de mayor peso en el concierto internacional. Kieran Maguire, especialista en finanzas de fútbol, catedrático de la Universidad de Liverpool, apuntó que el cometido de Vision 2030 y, por consiguiente, del Mundial de 2022, no es otro más que potenciar la imagen de Qatar ante el mundo. Las relaciones internacionales son el medio y el fin. Un impulso definitivo y perpetuo al turismo, inversión extranjera y al comercio. “El país puede permitirse organizar un Mundial y está dispuesto a absorber las deudas que eso conlleva. Creen que, conforme pasen los años, terminará siendo rentable”, dijo Maguire a DW.
El costo incuantificable
Pese a los esfuerzos, las noticias poco favorables a Qatar no han desaparecido de la agenda setting. En varias ocasiones ha sido la misma organización del Mundial quien las ha puesto en circulación, tal como ocurrió con uno de los embajadores del torneo, Mundial Khalid Salman, quien se refirió a la homosexualidad como ‘una enfermedad mental’. Tampoco podemos olvidar las acusaciones por violaciones a los Derechos Humanos de los trabajadores en la construcción de los estadios. En 2021, The Guardian estimó que aproximadamente 6,500 de operarios habían muerto en Qatar entre 2010 y 2020; la mayoría eran inmigrantes de India, Pakistán, Bangladesh y Nepal. El Comité Supremo siempre ha negado las alegaciones. Nasser Al-Khater, CEO, declaró en 2021 a este periódico: “Solo ha habido tres, lo demás es falso”. Es una densa y funesta sombra que permea sobre un Mundial cuestionado desde su primer día.