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100 Historias Mundialistas

Joe Gaetjens, un héroe anónimo

La historia de cómo el gol de un jugador amateur norteamericano derrotó a la potente Inglaterra.

Ciudad de México
Joe Gaetjens, un héroe anónimo

Cuando escuchamos el nombre Estados Unidos, con justa razón es difícil asociar al seleccionado masculino a una tradición futbolística muy amplia. Pero también es cierto que desde la fundación de la liga local, la Major League Soccer, en diciembre de 1993 como parte de una promesa de directivos y dirigentes del soccer hacia la FIFA a cambio albergar un Mundial, el vecino norteño lleva casi 30 años desarrollando una cultura del futbol muy rica y con jugadores de alto nivel esparcidos en clubes europeos, reduciendo drásticamente las distancias con potencias de la zona como México o Costa Rica. En esa línea, no es casualidad que, ocho años después del Mundial que organizaron, en Corea-Japón 2002 hayan eliminado sorpresivamente al Tricolor en la ronda de Octavos de Final, pero esa es otra historia.

La de hoy es sobre un héroe que se perdió en el olvido, uno que materializó y vivió en carne propia algo que la mayoría sólo puede soñar o imaginar; se trata de Joe Gaetjens, un jugador amateur que anotó en el Mundial de 1950 un gol de le dio a Estados Unidos el triunfo sobre la madre patria e inventora del futbol.

De las calles de Haití a un escenario mundialista en Brasil

El protagonista de esta historia nace en Puerto Príncipe, capital de Haití, un 19 de marzo de 1924. Provenía de una familia acaudalada con orígenes europeos, y así como el rey de Prusia envió a su tatarabuelo a la isla antillana para organizar unos negocios, los padres de Gaetjens decidieron enviar a su hijo a Estados Unidos para cursar la carrera de contabilidad en la prestigiosa Universidad de Columbia.

Para pagar sus estudios universitarios, entró a trabajar como lava platos en un restaurante bar de comida española llamado Rudy’s. Su jefe, Eugene ‘Rudy’ Díaz, era un empresario de orígen gallego que gestionaba, entre otras cosas, un equipo de futbol local, el Brookhattan, de la desaparecida American Soccer League.

Rudy le propuso a Joe jugar para su equipo, con un sueldo de $25 dólares por partido, a lo que nuestro protagonista aceptó para ganar un dinero extra. Sus destacadas actuaciones lo convirtieron en el máximo goleador del club y lo llevaron a jugar la Final de la U.S. Open Cup, un torneo similar a la F.A. Cup de Inglaterra, pero lamentablemente no pudieron obtener el título. Pese a eso, el jugador ya estaba en el radar de la Federación de Futbol de Estados Unidos y fue convocado para la Selección Nacional que viajaría a Sudamérica para la Copa del Mundo Brasil 1950.

William Jeffrey, el coach de la Selección, armó un equipo plagado de jugadores amateurs que compaginaban su amor al soccer con otros empleos para poder ganarse la vida, como el portero, Frank Broghi, que trabajaba en una agencia funeraria, o el jugador que le dio a Joe Gaetjens el pase del mítico gol, Walter Bahr, quien era maestro de escuela en Filadelfia.

Con el resto de jugadores en una situación similar, Estados Unidos se plantó ante la poderosa Inglaterra el 29 de junio de 1950 en el Estadio Raimundo Sampaio, más conocido como Estadio Independência, para encarar el partido de la segunda jornada del Grupo 2; Inglaterra venía de ganarle a Chile 2-0 y Estados Unidos había sido goleado 3-1 contra España. La selección inglesa venía tan sobrada a este partido, que el director técnico no alineó a su máxima figura, Stanley Matthews, creyendo que sería un trámite nada más, pero para su sorpresa, Gaetjens remató de ‘palomita’ un centro de Walter Bahr para el 1-0 definitivo.

A la postre, Estados Unidos no logró avanzar de ronda, pero Joe y el resto del equipo pasaron a la historia por haber derrotado a los inventores del futbol en su debut mundialista, por si fuera poco.

Lamentablemente, la historia de aquel día quedó enterrada en el olvido, en parte porque en ese mismo Mundial se dio el legendario Maracanazo, y nuestro protagonista, a pesar de la fama conseguida y probar suerte en el Racing Club de París, sólo consiguió marcar dos goles, regresando a su país natal en 1952. Debido a las posturas políticas de su familia, que estaban en contra de la dictadura de “Papa Doc” Duvalier en Haití, fue arrestado ilegalmente en 1964 y desde entonces no se volvió a saber nada más de él.