Pumas, una crisis que no depende de Efraín Juárez

En el fútbol, el penal es casi una promesa. Un duelo de nervios entre ejecutor y portero; un momento donde la fe del equipo se concentra en un solo pie, pero en donde Pumas se ha encargado, de transformar esa promesa en zona de incertidumbre. En lo que va del semestre, cuatro tiradores distintos han perdido la brújula desde los once pasos. Tres intentos y ninguna plena seguridad.

Adalberto Carrasquilla vs Atlanta United (2 de agosto de 2025, Leagues Cup)

Quizás el episodio más dramático: Carrasquilla cobró un penal en el minuto 85 y lo falló. Pero gracias al rebote, recuperó el balón y definió con éxito, anotando el 3-2 definitivo para que Pumas se impusiera. Esa jugada salvadora ocultó una realidad preocupante: ni el héroe más confiado escapa del trauma del penal.

Aaron Ramsey vs Tigres (20 de septiembre de 2025, Apertura 2025, Jornada 9)

En un duelo en el Olímpico Universitario, el árbitro, tras revisión del VAR, sancionó una mano dentro del área por parte de Juan Sánchez Purata. Aaron Ramsey fue al manchón penal. Aunque despistó al portero Nahuel Guzmán, su tiro se fue desviado y no cumplió. El partido cerró el sin que Pumas aprovechara esa chance de oro para tomar ventaja.

Álvaro Angulo vs Chivas (5 de octubre de 2025, Jornada 12, Liga MX)

En el cierre del partido ante el Guadalajara, tras una revisión del VAR, se decretó un penal en tiempo de compensación que le habría dado a Pumas el empate. Álvaro Angulo fue el elegido para ejecutar, pero su disparo se estrelló en el travesaño. Así, Chivas celebró una remontada 2-1 en Ciudad Universitaria y profundizó la incertidumbre felina.

En cada uno de estos episodios (Angulo, Ramsey, Carrasquilla) hay una pulsión: elegir el responsable del disparo y confiar en que ese instante será el acto de justicia que el equipo merece. Pero la falta de consistencia impacta. No es solo que fallen: es que el penal, antes salvoconducto, se vuelve zona de peligro.

Un tirador que nunca repite aparece con frecuencia. La presión recae en quien se atreva cada ocasión. Los entrenadores no han curado esta herida. Y el equipo, respaldado por miles de gargantas, ve cómo el manchón penal ya no da certezas; entrega preguntas.

Pumas carece de una psicología de ejecución clara: tácticas para engañar al portero, rutina mental, elección de ejecutor. Esa vacilación se traduce en resultados: ante Chivas, un empate que se escapa; ante Tigres, un impulso desaprovechado; ante Atlanta, un milagro disfrazado.

La campaña avanza y el torneo no espera. Las fallas desde el once metros ya no son episodios aislados: es una cuenta regresiva que exige respuestas. Pumas debe decidir: ¿seguir permitiendo que el penal le quite certezas o recuperar esa convicción perdida?

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