Más allá del marketing: por qué un suero oral no es lo mismo que una bebida deportiva
En los estantes de cualquier supermercado mexicano, la variedad de bebidas “rehidratantes” puede resultar abrumadora.

En los estantes de cualquier supermercado mexicano, la variedad de bebidas “rehidratantes” puede resultar abrumadora. Colores llamativos, etiquetas con palabras como “energía”, “electrolitos” o “hidrata más rápido” dominan la escena. Sin embargo, detrás del diseño publicitario, pocos consumidores saben distinguir entre un suero oral de grado médico y una bebida comercial. La diferencia, según la ciencia, puede ser crucial.
La Profeco analizó en 2022 más de veinte productos que se venden bajo la promesa de “rehidratación”. Su conclusión fue clara: solo los sueros orales con registro sanitario, como Electrolit, cumplen los estándares que exige la COFEPRIS para ser considerados insumos médicos. Esto significa que han sido elaborados bajo estrictas normas de fabricación y etiquetado (NOM-059 y NOM-072), garantizando proporciones precisas de electrolitos y glucosa que favorecen la absorción intestinal de agua y sales minerales.
Por el contrario, muchas bebidas deportivas y energéticas contienen azúcares en exceso y formulaciones desequilibradas que, lejos de hidratar, pueden agravar cuadros de deshidratación, especialmente en niños, adultos mayores y pacientes con fiebre o diarrea. “No se trata solo de recuperar líquidos —explican los especialistas—, sino de restaurar el equilibrio químico del cuerpo. Sin la proporción correcta, el daño puede aumentar”.

La OMS ha documentado durante décadas los beneficios de la rehidratación oral en la reducción de muertes por enfermedades gastrointestinales. En México, donde el calor extremo y las infecciones intestinales son comunes, la deshidratación representa una amenaza constante. En este contexto, productos como Electrolit no son una moda ni un complemento deportivo: son una herramienta de salud pública.
A pesar de esto, la desinformación y el marketing confuso han permitido que bebidas no reguladas ocupen espacios preferentes en el consumo cotidiano. Muchas se presentan como “rehidratantes naturales” sin evidencia clínica, apelando al gusto o al color antes que a la eficacia. El reto, señalan los expertos, es generar una cultura de consumo responsable basada en evidencia.
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Por ello, las recomendaciones son claras: para la hidratación diaria, el agua simple es insustituible; para el tratamiento de la deshidratación, solo deben usarse sueros orales con registro sanitario. En casos graves, la atención médica oportuna sigue siendo indispensable. En tiempos donde la salud se enfrenta constantemente a la desinformación, reconocer la diferencia entre un producto médico y una bebida comercial puede ser un acto que salve vidas. La ciencia ya habló: la rehidratación efectiva se fabrica con rigor farmacéutico.
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