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El sándwich de la mediocridad

Enviado Doha, Qatar

Sé que les dará lo mismo a los dueños de equipos en México, pues aman y se aferran a la Liguilla. Pero, ¿a quién beneficia la Liguilla? No se dan cuenta porque no hacen ni las más simples operaciones matemáticas para ver si realmente ese formato es una “mina de oro” o una ruleta que salpica a todos, igual que lo haría una Liga que se defina a puntos.

Ahí les van algunos datos:

En los últimos 10 años, sin contar el torneo que se canceló por la pandemia, se han disputado 20 Liguillas, con tres oportunidades de jugar en casa en cada una de ellas: Cuartos de Final, Semifinales y Final. Es decir, un equipo mexicano con marca perfecta en esa década, pudo haber disputado un máximo de 60 juegos en casa, con los que llenaría las arcas gracias a taquillas, consumo de alimentos y bebidas, más el bono extraordinario por parte de la televisora que los transmite.

¿De cuántos juegos hablamos?

Los clubes que más juegos han disputado en ese periodo son América y Tigres, con 39 y 32 partidos, respectivamente. Estos dos sí que han explotado la Liguilla, sobre todo las Águilas, con 65% de los partidos de liguilla posibles en esa década.

Luego viene un segundo grupo con cerca de 30% de los juegos aprovechados: Monterrey y León (con 24), Toluca (22), Santos y Pachuca (20).

Y esos son los más competitivos, porque más abajo tenemos a las Chivas, que deberían pelear por los torneos a puntos, ya que solamente han podido disputar 10 juegos de 60 posibles, los mismos que Tijuana, por ejemplo.

Y ya ni hablamos de Necaxa, que solamente ha podido disputar cinco juegos de Liguilla, mientras que San Luis y Juárez pueden presumir un solo partido de la “Fiesta Grande” en los últimos 10 años.

Lo que desprecian

En contraparte, estos equipos desprecian 170 juegos disputados en casa, durante esa década, en temporada regular; 170 juegos que comúnmente les importan un pepino y más cuando apenas están arrancando los torneos, a sabiendas que “la gente casi no va”, porque sus equipos casi no ofrecen espectáculo.

En cambio, si se jugara a puntos, todos, el 100 por ciento de los contendientes, se pondrían las pilas desde el primer juego y la gente lo notaría, como lo hace en la Liguilla; los partidos, por obvias razones, se volverían más disputados y entretenidos, invitando al fan a estar más pendiente de su equipo cada vez que juegue en casa. Incluso, venderían más abonos, al estilo de lo que pasa en Monterrey, con Rayados y Tigres, que casi garantizan la taquilla completa… y eso que juegan a medio gas la temporada regular.

Ahora, para los de abajo estaría la emoción del descenso, con juegos que han llegado a marcar el mismo rating que los de la Liguilla en México, pero eso no pasará hasta que regresen el descenso a la Liga MX.

Pocos juegos más emocionantes como aquellos que deciden quién pierde la categoría, en las últimas cinco jornadas de cada campeonato.

En fin, sigan con su engaño, aderécenlo con el Repechaje y cómanse un delicioso sándwich de mediocridad. Que lo sigan disfrutando y de paso, llévense entre los pies a la Selección Nacional.

De salida

Nuestro futbol es muchas cosas. Pero, sobre todo, es nuestro”.

La cita cierra el Manifiesto incluido en la Guía de Medios que la Federación Mexicana de Futbol repartió en Qatar, con motivo de la Copa Mundial. Un pensamiento en el que, evidentemente no creen, pero en el que radica la solución al problema de quienes -como su servidor- creemos que realmente la Selección Mexicana es, en parte, nuestra.

La solución es sencilla: entender que es solo una frase, mercadotecnia pura para vender un producto.

Ahora, si realmente creen que es de todos, ¿cuándo arrancamos el consejo consultivo, para generar esos cambios que le urgen a la Liga, a la Selección, a la relación con los medios o con los fans? Por mí, ya, apenas pasen las fiestas, porque vamos muy tarde con ese cambio.