¿México al frente del mundo?: los motivos por los que se podría convertir en el próximo Dubái
Dentro del creciente espectro de colores del hidrógeno como vector energético, el hidrógeno naranja emerge como una solución prometedora para impulsar la transición energética en México.

El hidrógeno se ha convertido en una de las grandes promesas para la transición energética global, y México podría tener una carta ganadora en el llamado hidrógeno naranja, una variante que aprovecha procesos naturales para su producción.
A diferencia de otros tipos como el verde, gris o azul, cada uno con métodos distintos de obtención, el hidrógeno naranja surge de una reacción química entre minerales ricos en hierro y agua, un proceso que ya ocurre de forma natural en ciertas formaciones geológicas del país.
Un equipo de científicos ha logrado desarrollar una técnica para acelerar esta reacción natural, al inyectar agua enriquecida con dióxido de carbono en formaciones rocosas específicas. Este proceso, similar a las plantas geotérmicas, permitiría extraer hidrógeno de forma más eficiente y limpia. Al reaccionar el agua con los minerales, se libera hidrógeno que luego puede ser recuperado a través de pozos de extracción, lo que representa una fuente de energía alternativa con alto potencial.
Sin embargo, aún se encuentra en etapa experimental. Las pruebas se han realizado en núcleos de roca de apenas unos centímetros, por lo que uno de los principales desafíos es escalar esta tecnología para que sea viable a nivel industrial. Además, se requiere inversión en infraestructura y desarrollo tecnológico para perfeccionar los mecanismos de extracción y garantizar una producción segura y sostenible.
Otro factor limitante es la disponibilidad geográfica. No todas las regiones cuentan con las formaciones necesarias para producir hidrógeno naranja, lo que complica su implementación a gran escala. Además, como en muchas innovaciones energéticas, existe un alto costo de inversión inicial y la necesidad de políticas públicas y privadas que respalden su desarrollo y adopción.
A pesar de los retos, el hidrógeno naranja ofrece una doble ventaja: no solo podría ser una fuente limpia de energía, sino que también ayudaría a capturar carbono, apoyando así los objetivos ambientales. En este sentido, se vuelve crucial que el gobierno mexicano y el sector privado trabajen juntos para crear estrategias y regulaciones que impulsen esta tecnología emergente como una solución a largo plazo.
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El futuro del hidrógeno como fuente de energía parece cada vez más prometedor, aunque aún enfrenta obstáculos importantes. Mientras que el hidrógeno verde sigue siendo costoso en comparación con otras fuentes, alternativas como el hidrógeno naranja podrían representar un punto de inflexión. Si México logra aprovechar su potencial geológico y científico, podría colocarse a la vanguardia de la energía limpia en el mundo.

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