El motivo por el que se siguen utilizando Vochos como taxis en esta zona de CDMX: los taxis modernos no pueden hacerlo
El costo de un viaje en Vocho en esta zona varía entre 25 y 90 pesos, dependiendo de la distancia y la dificultad del terreno.

En las empinadas calles de Cuautepec, en la alcaldía Gustavo A. Madero, los clásicos Volkswagen Sedán, mejor conocidos como Vochos, siguen siendo los auténticos reyes del transporte público. Aunque no es Valle de Bravo ni Taxco, estos icónicos autos alemanes mantienen su dominio en una de las zonas más difíciles de la Ciudad de México.
A pesar de la llegada de vehículos más modernos y costosos, ninguno ha logrado destronar a los Vochos, que se resisten a desaparecer gracias a una cualidad mecánica única. Estos autos tienen tracción trasera y motor trasero, lo que les permite subir con mayor facilidad las pronunciadas pendientes de la zona montañosa al norte de la capital.
Cuando un auto sube una cuesta, el peso se transfiere hacia atrás; en el caso del Vocho, esto significa un mayor agarre en las llantas que impulsan el vehículo, lo que resulta fundamental para conquistar las empinadas calles de Cuautepec. Este aspecto técnico es la verdadera razón por la que siguen siendo indispensables.

Como señaló el taxista Pascual Patricio Salazar, “aquí hay otros taxis como Tsurus, pero ellos no suben calles tan empinadas como Cerro Azul, el vochito es el vochito”. Esta declaración refleja la preferencia local y el respeto que los Vochos han ganado en la zona, incluso frente a vehículos más modernos.
A diferencia de otras áreas de la ciudad donde predominan los taxis modernos, en Cuautepec se estima que aún circulan más de dos mil unidades de Vochos que ofrecen servicio las 24 horas. En calles como Lerdo de Tejada, es común ver filas de estos vehículos esperando clientes, listos para llevarlos a destinos donde pocos se atreven a llegar.

El costo de un viaje en Vocho en esta zona varía entre 25 y 90 pesos, dependiendo de la distancia y la dificultad del terreno. Para los habitantes, pagar un poco más es un precio justo si eso les garantiza llegar hasta lo más alto del Cerro del Chiquihuite, donde el terreno desafía a los autos convencionales.
Mantener un Vocho en buen estado no es barato: requiere ajustes y afinaciones constantes por el desgaste del terreno, con cambios de aceite cada cuatro o seis meses y afinaciones que pueden llegar a costar hasta 15,000 pesos.
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Por eso, en Cuautepec y otras zonas con calles empinadas, el Vocho no es solo un símbolo nostálgico, sino una opción práctica y funcional para enfrentar un terreno desafiante.

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