Duró apenas diez años y fue todo un fracaso: la planta de energía solar que mató el desierto de Mojave
Su historia ha estado marcada por dificultades técnicas, altos costos operativos y crecientes críticas ambientales.

En el corazón del desierto de Mojave, la planta termosolar Ivanpah, una de las más ambiciosas del mundo en su tipo, se prepara para cerrar tras 11 años de funcionamiento.
Inaugurada en 2014 con una inversión de 1,600 millones de dólares, combinó fondos públicos del Departamento de Energía de EE.UU. y contratos privados, y fue considerada un hito en la generación de energía limpia. Sin embargo, su historia ha estado marcada por dificultades técnicas, altos costos operativos y crecientes críticas ambientales.

La planta opera con tecnología de concentración termosolar, que utiliza miles de heliostatos —espejos móviles— para enfocar la luz solar en torres receptoras. El calor generado se emplea para producir vapor que impulsa turbinas eléctricas. Aunque prometía revolucionar la producción energética sostenible, Ivanpah no cumplió las expectativas ni los objetivos de rentabilidad propuestos desde su inicio.
Uno de los principales problemas ha sido el mantenimiento: mantener alineados los heliostatos con precisión resulta extremadamente complejo y costoso. Además, diversos informes señalan fallas operativas frecuentes que han afectado la estabilidad de la producción energética. Estos factores han reducido su competitividad frente a otras tecnologías renovables más estables y baratas.
El impacto ambiental ha sido otra preocupación central. Grupos ecologistas han documentado casos de aves que mueren incineradas al atravesar los haces de luz concentrada, además de denunciar daños irreversibles en el hábitat de especies del desierto como la tortuga del desierto. Esta dimensión del problema ha incrementado la presión pública para desmantelar el proyecto.

El caso de Ivanpah no es aislado. La planta Crescent Dunes en Nevada, otro experimento termosolar en la región, también fue cerrada tras no lograr producir la energía prometida. Esa instalación apostó por el almacenamiento térmico en sales fundidas para generar electricidad incluso sin sol, pero fracasó por fallos de ingeniería y mala gestión financiera, lo que llevó a la quiebra de la empresa desarrolladora.
En contraste, la energía solar fotovoltaica ha avanzado notablemente en la última década. Sus costos han disminuido de forma sostenida, y su implementación es mucho más sencilla y amigable con el medio ambiente. Esto ha motivado a gobiernos e inversionistas a enfocar sus recursos en esta alternativa, relegando tecnologías como la termosolar de concentración a un segundo plano.
Así, el cierre de Ivanpah simboliza el ocaso de una tecnología que alguna vez representó el futuro de la energía limpia. Superada por la eficiencia y viabilidad económica de los paneles solares fotovoltaicos, la concentración termosolar se enfrenta hoy a un creciente desuso. Para muchos expertos, su legado no será el de una solución energética, sino el de una lección en los desafíos de la innovación sustentable.

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