El paliativo penalti de Cuauhtémoc Blanco en 2009
El camino al Mundial de Sudáfrica se había complicado pero el regreso de Javier Aguirre enderezó el recorrido. El partido ante Honduras definiría mucho. Final en vivo: Motagua vs Marathón
En San Pedro Sula murió la era de Sven Göran Eriksson al frente de la Selección Mexicana. Noche infausta, infernal, bochorno de pesadilla. Carlo Costly y Carlos Pavón torturaron al enclenque equipo comandado por el sueco, quien fue despedido horas después de la catástrofe. El camino a Sudáfrica se volvió tormentoso, sinuoso. Una carretera en despeñadero.
Como 'bombero' llegó, una vez más, Javier Aguirre, exiliado de su aventura en el Atlético de Madrid después de casi tres años. Su motivación y su discurso reformista se presentaron como un bálsamo en tiempos de crisis. El estreno, sin embargo, no fue el esperado. Derrota de 2-1 en un hostil Cuscatlán, atascado de cubrebocas, insinuaciones a la gripe porcina, soflamas y condenas de muerte disfrazadas de dedicatorias maternales. El camino a Sudáfrica había sido desgajado por la tormenta.
El cielo comenzó a aclarar cuando el punterazo de Miguel Sabah recorrió las redes de Tim Howard en el Estadio Azteca. Y el mar de abrió de par en par, como el Rojo, con la batuta de Giovani Dos Santos en Costa Rica. Dos partidos y México estaba de nuevo en carrera, ahora, sobre un camino pavimentado bajo el sol e impulsado por la brisa del mar. El partido contra Honduras del 9 de septiembre de 2009, no otorgaría el pase al Mundial pero sí pagaba el último peaje previo.
En un Estadio Azteca colmado, a pesar del miércoles, 'La H' erigió un muro que exigió la artillería pesada para destruirlo. Tras David Suazo, a veces un contención correoso, hasta Carlos Pavón se encargaba de custodiar los terruños de Noel Valladares. México intentó todas las fórmulas; los envíos de Cuauhtémoc a profunidad por las bandas, las galopadas del 'Gringo' Castro e Efraín Juárez, la fantasía de Giovani Dos Santos. Todo moría en la pared de Reinaldo Rueda. O tras la línea de meta, como un cabezazo inverosímil de Sabah, sin guardaespaldas cerca.
Demasiado rédito sacaba Honduras, agazapada casi en San Pedro Sula. Pero Cuauhtémoc, con un golpe de cabeza, agrietó el muro. La acción fue invalidada pero trazó el plan para los minutos finales. Diez minutos después Giovani entró a trancas y barrancas al área y Maynor Figueroa reposó el codo sobre su espalda. Cuauhtémoc enfiló desde Tepito. Embistió a la pelota como un toro y le imprimió el borde interno de su pie derecho. Valladares adivinó pero tragó pólvora. Tras los ladrillos, las ruinas y la polvareda post-demolición, emergió la figura de Cuauhtémoc Blanco, quien señalaba hacia el sur. El camino a Sudáfrica ya estaba bajo el sol.