Llull lo vuelve a hacer y el Madrid de Ayón gana el Clásico
El base firmó un canastón para darle la victoria al Madrid a falta de cinco décimas. Gustavo Ayón aportó seis puntos en 19 minutos.
El Increíble Llull lo ha vuelto a hacer. Otra vez él. Rescató al Madrid y a todo el Palacio con una acción de genio. El Barcelona, herido en su orgullo, se había agarrado al partido con uñas y dientes y aprovechó un par de pérdidas blancas para dar un zarpazo ganador. Al menos, intentarlo. No era Rice el hombre a buscar (bien Taylor ahí), sino Tomic, al que le sirvieron dos balones al poste que convirtió en oro. El croata, ansioso de gloria, adelantó a su equipo en dos ocasiones en el minuto final. La última, a falta de solo seis segundos y ocho décimas para dar réplica a una canasta rápida de Randolph: 74-75. Parecía que Ayón le haría falta para buscar un fallo desde la personal. Pero no, lo defendió y no pudo con él. No esta vez, no esta tarde. Uno arriba el Barça y tiempo muerto. El Madrid sacaría en campo de ataque.
Las órdenes precisas de Laso casi se tuercen porque Rudy no encontraba a quién pasar y casi agota los cinco segundos. Al final la suelta bombeada para que Llull pelee la recepción. No falla, la coge y otea la situación. Decide penetrar por la derecha, la mano buena. Le cierra Oleson y va a la ayuda Claver… acorralado, ejecuta un letal pasito hacia atrás para ganar espacio y descerrajar un tiro bombeado que toca el cielo y cae limpio. Delirio en la grada. Llull, de nuevo él. Canasta triunfal a cinco décimas de la bocina. El Barça aún tendría un último intento tras revisar los árbitros el Instant Replay, triple de Oleson a la desesperada. Agua. Ganaban blancos, ganaba Llull. La nueva rutina del baloncesto español.
A esta Barça inferior a todas luces se le pedía esto. Concentración y entrega, pasión. No hacer el ridículo como en noviembre cuando cayó en casa en el Clásico versión europea por 39 puntos (63-102). Lo otro, ganar a su rival, no se le exige, porque no depende solo del arsenal propio, sino de un día regular del Madrid. Como el que tuvo este domingo, por ejemplo. Pero ni siquiera así fue suficiente. Ya lo saben: Sergio Llull.
Doble alegría para Felipe Reyes, el capitán. Homenajeado en pleno parqué, al estilo NBA, a cuatro días de cumplir 37 años tras atrapar su tercer rebote y superar a Granger Hall con 4.293. Nadie ha cogido tantos en la historia de la Liga. Faltaban 4:33 para el final y toda su familia saltó a la pista. Un parón en plena batalla. Bonito recuerdo para un grande.
Madrid y Barça desempatan
El Madrid rompe el empate en la clasificación con el Barcelona y se da impulso hacia arriba. Es segundo a la caza del Iberostar, aunque la diferencia de puntos en caso de igualdad final favorece a los de Bartzokas (85-75 en la ida). Los de Laso también quebraron una racha de tres derrotas consecutivas en la Liga. La peor desde que llegara en 2011 el técnico vitoriano. Y la rompieron pese a sus nefastos inicios de cuarto. Agrupando parciales en cada arranque de periodo nos sale un total demoledor: 18-43. A ese -25 escalonado es a lo que hizo frente el Real. Primero con Doncic, y luego con Hunter y Carroll; siempre con Llull, "algo acelerado" se autocriticaba.
La entrada del fenómeno esloveno colocó a su equipo en otra dimensión. Del 23-28 al 47-36 tras un parcial de 24-8. Ocho minutos fantásticos que dejaron a más de uno con la boca abierta. Era el Madrid de las grandes tardes. Doncic atraía la defensa y asistía con precisión de neurocirujano. Una delicia verle y aún quedaba la joya que cerró la primera parte: atrapó un balón a cinco segundos de la bocina en su pista, carrera con un ojito en el marcador y, cuando Koponen y Perperoglou se le echaban encima como lobos, asistió a Llull para el triple esquinado que atravesó la red con el tablero en rojo. Furia desatada en la celebración. No hay nadie en Europa que se alegre mejor que él, me decía un compañero.
Era un triple para tumbar a cualquiera (+11), pero no al Barça más capaz del curso. No había casa de apuestas que apoyara la reacción y aun así la vimos. Perperoglou estuvo muy bravo. Las imprecisiones blancas ayudaron, pero el Barça las aprovechó agazapado. Saltó al cuello en el momento justo, cuando no había margen de reacción para casi nadie. Menos para Llull, claro. De nuevo él. Increíble.