El Tri se apiadó de Canadá y camina hacia el hexagonal
Con goles de Guardado y 'Tecatito', un portento, la Selección Mexicana venció 2-0 a una paupérrima Canadá y selló su pase a la fase final de la eliminatoria mundialista.
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- Partido de Eliminatorias CONCACAF, Mundial 2018 Panamá-México en vivo .
Aún no nos acostumbramos a la idea de que los tiempos de carnaval en el Azteca son tan vetustos como el síndrome del Jamaicón y los lances de Carbajal. Las desenfrenadas orgías a goles, cascadas de gritos y confeti, el bosque de banderas ondeantes, el sol de medio día calcinando al forastero. No. Eso ha terminado. Pero el hombre, por su naturaleza racional, es un ser tendiente a la nostalgia. Los tiempos mejores. O quizá, los tiempos más alegres. El pasado, es el axioma de la nostalgia, siempre será más enternecedor, preferible. Los goles de 'Tecatito' y Guardado supusieron, por un rato, un flashback a las décadas anteriores al cambio de siglo. Los tiempos de verbena, gigantismo concacafkiano, Zagues, Hermosillos, Hugos, guateques. El recuerdo se diluyó en la segunda parte, en la que la Selección, muy comodina, se entregó a pesadumbre. Lo mejor, el pase al hexagonal. Lo peor, la confirmación de que los tiempos de carnaval ya son historia.
Benito Floro, estratega tan metódico con un aire desesperanzado, dio acuse de recibo de la tunda de Vancouver. Línea de cinco en el medio y una retaguardia estática, con alguna incursión de De Jong cada cuaresma. La puesta en escena le había servido hasta que Henry atropelló a Fabián, Martínez sentenció y Guardado fulminó a Borjan desde el punto de cal. No fue que el gol despabilara al parvulario de Osorio, lo contrario. Guardado entró en guerra de guerrillas con Hutchinson, Jiménez se abandonó y Herrera ya está en el avión rumbo a Porto. Quizá fue mandato de Osorio. Los pies de Moreno y Araujo catapultaron las ofensivas mexicanas, proyectiles cruzados que libraran las cataratas de Niágara del medio campo, teledirigidos a los pies de 'Tecatito' y Fabián, también ambulantes en el frente de ataque. En ello, De Jong, un agente de la policía montada disfrazado de futbolista, casi pilla a Corona y Larin recordó que Dios le ha dotado de pierna izquierda. Fue lo último que supimos de Canadá.
Los intercambios de Fabián y Corona confundieron a la retaguardia canadiense, esquimales en el bosque. El jugador del Eintracht, con un disparo raso, destrozó los dedos de Borjan, una CN Tower derruida. Stamatopoulos emergió del banquillo para soportar la metralla, como quien reemplaza a un sentenciado ante el pelotón de fusilamiento. Una escena narrada por Alice Munro. Layún le dio la bienvenida con un misil que casi destruye su meta. Después, la obra de arte. 'Tecatito' interceptó el cuero sobre la frontal, danzó sobre él, derecha antes, media vuelta después, con la zuela izquierda magreándolo. Un glissade de ballet. Una belleza. La caricia reposó en las redes, impulsada por esa mezcla tan estética entre la violencia y la tersura.
El golazo apagó el partido. Nada le sería digno. Los seleccionados tampoco se esmeraron en emularlo. Osorio inyectó a Pizarro (sangre nueva), a Yasser Corona (¿?) y a Chicharito (aclamación popular). La Selección se acurrucó en sus tesoros conquistados y recogió las armas cuando tomó el parlamento de Ottawa, todo mientras Corona merendaba poutine en una terraza instalada en su marco. Solo 'Tecatito', renegado nostálgico, intentó romper el letargo. También Pizarro, cuyo cabezazo 'palermiano' se perdió a micas del poste derecho. Pero no. Cuando el sopor queda instalado en el Azteca, ni el nuevo diluvio universal servirá para expiarlo.
No cometamos el mismo error para los próximos dos partidos. Los presagios de cuatro-a-ceros, cinco-a-ceros, nueve-a-ceros. Osorio, con el pasaporte al hexagonal final en la mano, podrá gestionar como le venga en gana la plantilla, algo similar a lo que hizo hoy. Podrá llamar, si así lo desea, a Borgetti y a Luis García de vuelta, que nadie le recriminaría. Como intento para romper el espacio-tiempo y trasladar al Azteca a los días de antaño, bien valdría la pena. Por ahora, habremos de acostumbrarnos a que los tiempos de carnaval ya son historia. El carnaval es pérfido, execrable. Pronto desparecerá el grito plutónico que sonoriza cada salida de meta (hoy, la Federación y la corrección política perdieron el primer round). Pronto solo nos quedará el presente, el resultado anodino, las victorias sin pasión. Eso, si el público del Azteca no olvida su estirpe y los futbolistas, la esencia de su profesión. Por lo pronto, adiós carnaval.