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AMÉRICA VS PUMAS

Sambueza y Sosa aderezan un Clásico vibrante

El América abrió el marcador con un gol de Sambueza pero los Pumas descontaron en la segunda mitad gracias a Sosa tras una gran jugada de Ludueña.

México DF
Sambueza y Sosa aderezan un Clásico vibrante
OSVALDO AGUILARMEXSPORT

Partido delicioso en el Azteca. Todos los condimientos del sazón liguilla: el ambiente incendiario, los cánticos rompiendo el viento, el vaivén en el campo, la épica en cada pase, cada atajada. El América y los Pumas se brindaron en nombre del fútbol, de sus colores, su feligresía y sus pergaminos. 1-1, aperitivo de liguilla. Tentempié de autor con dos firmas: Sosa y Sambueza, con exquisita colaboración de Quintero. Lástima que el banquete tendrá que esperar una semana más.  

Ignacio Ambriz era un hombre descorazonado frente al paredón. Las escopetas, ya pulidas, aguardaban por la orden de disparo accionada por el aquel ente denominado "opinión pública". Las Águilas, quizá por instinto de supervivencia, salió al césped con un cuchillo amarrado a cada pluma de sus alas. Pablo Aguilar y Osvaldo Martínez accionaron los primeros chillidos del ave. Frente a ellos, un felino tan poderoso como sigiloso. Dominante de la serranía, y su rugido que hace eco desde Tuxtla hasta Tijuana. Eduardo Herrera dio el primer amago de zarpazo. 

El vértigo creció cuando Cortés condujo por la parcela derecha, tropezó, y la carambola llegó a pies de Sosa, cuyo disparo murió en los bíceps de Múñoz. El América, palpando el peligro, jaló la palanca. Darwin Quintero, poseído por el espíritu de sí mismo, trató a Van Rankin y Alcoba como mininos. Más problemas tuvo para lidiar con el ciclópeo Verón, versión paraguaya de Hércules. Quintero amenazó con un tiro con pinta de pase que no remató Benedetto. Sambueza también venía de verbena. Pisada, pase con el exterior, la cabeza bien alta, la sonrisa burlona. Un obús suyo, desde el vértice del área, fue desviado por los suspiros de Palacios. Entonces, la sinfonía. Quintero magrea el cuero como barro, Martínez desvuelve de espuela, Quintero desembucha, Palacios contiene y Sambueza emboca. Con gracia de billarista y puntería de francotirador. Gol de casette. 

Tras el entreacto, el voltaje no hizo más que subir hasta niveles nucleares: Quintero, con un bombazo atómico, causó un terremoto en Santa Úrsula: el travesaño sigue vibrante. Inspirados por la extrañísima comparecencia del colombiano ("¿desde cuándo juega en Coapa?", habrán dicho algunos), los azulcremas zarandearon al puma con toque, meneo, bravura y una pizca de arte. Fútbol de jamón ibérico pata negra y queso pule. Otra sinfonía, ahora interpretada por Sambueza, terminó con el stacatto de Arrollo y el milagro de Fuentes sobre la raya de meta. Las grandes obras, a veces, carecen del último gran acorde. Tiempo después, Oribe, quien no está de dulce, barrió hacia la publicidad un centro de Andrade. 

Pero no. Los Pumas no se rinden. Son los líderes y la estirpe les legitima. Herrera, de cabezazo made-in-Borgetti, relamió miel. El premio a la valentía, por haber soportado estoico el bombardeo inmisericorde, llegó a partir de los mismos ingredientes que el América había usado para torturarle: toque, meneo, bravura, una pizca de arte. Obra de arte con bosquejo de Alcoba, trazo de Ludueña y firma de Sosa. Pared, desborde y definición. Gol de gourmet. 

El cotejo terminó cuando el empalago ya se sentía en la lengua. No se preocupen. El banquete empieza la semana entrante.